T.O: MUD
DIR: JEFF NICHOLS
INT: TYE SHERIDAN, MATTHEW McCONAUGHEY, REESE WHITERSPOON, SAM SHEPARD
EEUU, 2012, 135'
Para cualquier chico que se encuentre en esa edad incierta entre la infancia y la adolescencia, nada puede resultar más fascinante que conocer a alguna de esas figuras paternas alternativas, algún ser marginal y vagamente peligroso que proporciona una educación sobre aspectos de la vida que la familia o el sistema educativo suelen cubrir con un manto de silencio. Desde que Robert Louis Stevenson publicase La isla del tesoro, este tipo de experiencia se ha convertido además en un arquetipo literario, una trama que se ha desarrollado una y otra vez en diferentes épocas y lugares. En Mud, la acción transcurre en Dewitt, un pequeño pueblo de Arkansas bañado por el Mississippi. Ellis (Tye Sheridan, el joven protagonista de El árbol de la vida) tiene catorce años y vive en una vieja casa flotante a la orilla del rio. Sus padres se gritan o no se dirigen la palabra, dependiendo del momento: su madre planea dejar todo ello atrás, establecerse en un lugar más firme. Ellis se refugia en las aventuras que propicia el paisaje: explora con su amigo Neckbone (Jacob Lofland) la naturaleza que les rodea, un entorno propicio para liberar la imaginación. En una de sus expediciones se adentran en una isla que flota en medio del río y descubren una vieja barca en la copa de un árbol, arrastrada hasta allí por alguna inundación. Justo cuando han decidido tomar posesión del lugar, descubren que ya está habitado. Aparece Mud (Matthew McConaughey), un fugitivo ermitaño con la piel quemada por el sol, sus botas tienen clavos en las suelas en forma de cruz y sus brazos llevan animales tatuados. Mud lleva una pistola bajo la camisa, tiene cierta capacidad para rodearse de misterio con sus palabras y cuenta una historia de amor y crimen para explicar las razones de su condición de fugitivo. Ellis queda fascinado por su presencia, quizá también porque se trata de un secreto, de algo prohibido: más tarde descubrirá que Mud está buscado por la policía, ha matado a una persona. A pesar de las dudas de su amigo Neckbone sobre el desconocido, Ellis se propone ayudarle a reencontrarse con Juniper, su amada (Reese Whiterspoon) y a facilitar la huida de la pareja.
“La inspiración original surgió a partir de un reportaje fotográfico que encontré en la biblioteca pública de Little Rock, llamado El último río. Trataba de la gente que se ganaba la vida del rio en el sur de Arkansas y en Mississippi. Era una zona de mi estado de la que no era muy familiar, y quería descubrir más sobre ella, y crear una historia que se desarrollase allí. Uno de mis parientes tenía una casa flotante, y me llevó de viaje alrededor del Lower White River y los ríos Arkansas y Mississippi. Era un lugar mágico lleno de vida salvaje y águilas calvas. Eso selló mis intenciones de hacer algo que se desarrollase en esa zona.” explica Jeff Nichols. En Mud, el Mississippi adquiere una enorme presencia que sugiere dimensiones míticas, como si entre todos los materiales que arrastra el río (troncos, animales muertos o chatarra) se encontrasen las narraciones de Mark Twain o de otros escritores que han contribuido a la mitología de la zona: Faulkner, Flannery O’Connor, Raymond Carver, Larry Brown. La estética de la película viene determinada por el contraste entre los tonos ocres de las riberas del río y el verde frondoso de la isla que acoge a Mud, una isla de naturaleza tan vital y peligrosa como las serpientes boca de algodón que se retuercen en sus charcas. Nichols filma a sus personajes con movimientos sutiles de steadicam, como si el fluir del Mississippi fuese el ritmo al que se desarrollasen sus vidas: los movimientos de cámara nunca llaman la atención por sí mismos, se funden con el ritmo de los movimientos del mundo que recorren.
El Mississippi de Mud es un paisaje vivo, y no solamente por su vegetación silvestre y más o menos frondosa o por los animales que se ocultan entre el barro. También por sus pobladores, que componen un atractivo reparto de personajes secundarios, figuras arrastradas por la marea como piezas de motores viejos o trozos madera podrida. Todos ellos sugieren alguna oscura historia a sus espaldas o quizá simplemente se trate de una capacidad innata para embellecer sus experiencias al contarlas. Mud es descrito como un mentiroso fascinante más de una vez, pero para unos protagonistas dispuestos a dejarse atrapar por la fantasía eso no tiene tampoco nada de malo. El vecino de enfrente, Tom Blankenship (Sam Shepard), es un viejo taciturno que puede haber sido un asesino de la Cía, y que resulta ser una especie de padre adoptivo para Mud. Algo más tarde, aparecen vehículos con los cristales tintados de los que descienden sombríos matones texanos con aspecto de cowboys; buscan a Mud contratados por el viejo King (Joe Don Baker) para vengar la muerte de su hijo. La sensación de peligro se acrecienta. Hay escapadas en moto y barca, pequeños robos y planes secretos. La posibilidad de la aventura está presente en cada recodo del río, y esa presencia es tanto un producto de la imaginación como una posibilidad real, porque la cinta observa su parte del mundo desde el punto de vista de unos muchachos de catorce años, para los que casi cualquier aspecto de la vida se presenta como un descubrimiento lleno de misterio y cierto peligro.
Nichols describe Mud como una película sobre el amor, de la misma manera que Take Shelter era una película sobre el miedo. El fracaso del matrimonio de sus padres hace que Ellis busque otros modelos sobre los que iniciar su educación sentimental. Por ello, la historia de Mud, su amor atormentado por Juniper, capaz de hacerle perder la cabeza hasta el punto de matar a un hombre, tiene inevitables sugerencias románticas. Todo ello se potencia cuando el propio Ellis comience a experimentar por primera vez el amor. Pero, a pesar de todo eso, el verdadero amor del que trata Mud es un amor entre hombres, concretamente el vínculo entre padres e hijos, sea una paternidad natural o fruto de otra clase de circunstancias. Es la relación de afecto silencioso entre Mud y Blankenship, la relación entre Neckbone y su tío Galen (Michael Shannon), la única persona que se ocupa de él y que proporciona un modelo de madurez para los niños. (Galen, un antiguo punk que aún rasguea la guitarra y que se gana la vida buscando perlas en el fondo fangoso del rio con una escafandra casera fabricada con restos de chatarra arrastrados río abajo, es un ejemplo del trazo narrativo con el que Nichols dota de personalidad a los secundarios: a pesar de aparecer sólo en un puñado de escenas, Galen tiene una personalidad notablemente definida) También la relación entre Ellis y su padre, Senior, probablemente el personaje más derrotado de la película, que se ve incapaz de superar la desaparición de su forma de vida, pero que aún así se las arregla para transmitir afecto. Las mujeres, en cambio, aparecen como personajes volubles y caprichosos, a menudo crueles: Juniper, con sus largas piernas y sus pájaros tatuados en las manos, está tan dispuesta a huir con su amante criminal como a apoyarse sobre el cuerpo de algún jugador de billar. May Pearl, la quinceañera de la que se enamora Ellis parece estar probando las posibilidades de su atractivo mientras juega con los sentimientos del muchacho. Es una visión ciertamente misógina para una película en la que su protagonista parece aprender que el único vínculo perdurable es el que se da entre hombres.