miércoles, 22 de abril de 2015

E agora? Lembra-me

DIR: JOAQUIM PINTO
DOCUMENTAL. INTERVIENEN: JOAQUIM PINTO, NUNO LEONEL, RUFUS
PORTUGAL, 2013, 164'



E agora? Lembra-me es el diario filmado de una enfermedad. En 2011, el cineasta portugués Joaquim Pinto, afectado por el VIH y la hepatitis C, se sometió en Madrid a un tratamiento experimental con antiretrovirales y decidió registrar en video todo el proceso. Al mismo tiempo, se trasladó a una finca de la isla de Santa María, en el archipiélago de las Azores junto con su marido, Nuno Leonel. Allí comenzaron un proyecto de repoblación forestal. La película es, entonces, la crónica de una triple terapia: un tratamiento médico extraordinariamente duro, en el que el cuerpo y la mente se ven cada vez más afectados por los efectos de los medicamentos; el acto de grabar el diario de la experiencia como una manera de encontrar un sentido a todo ello; el trabajo en el campo, una labor física en contacto con la naturaleza que le sirve al cineasta para explorar su lugar en el universo.

    Durante casi dos décadas,  Joaquim Pinto trabajó como sonidista en más de un centenar de películas, colaborando con algunos de los directores más importantes del cine europeo del momento: Raoul Ruiz, Oliveira, Téchiné, Werner Schroeter, João César Monteiro, Alain Tanner… Paralelamente, comenzó a desarrollar actividades como director y productor. Eran los años ochenta, y comenzaban a llegar noticias de la extraña enfermedad africana que “mataba a los homosexuales”. Pronto, las muertes comienzan a sucederse en su círculo de amigos: el crítico de cine Serge Daney, el cineasta Derek Jarman, el activista homosexual Guy Hocquerghem… A principios de los años noventa, Pinto descubre que es portador de la enfermedad, entonces comienza la sucesión de tratamientos. En el año dos mil termina su última película como sonidista, Lejos, de André Téchiné. La enfermedad le impide seguir trabajando, por lo que se retira con su pareja y sus perros a las islas Azores, donde se vida se vuelca hacia la naturaleza. 

 
 
 En un primer momento, el proyecto de E Agora? Lembra-me tenía intenciones políticas: la idea era llevar a cabo un documental de formato tradicional, con entrevistas a doctores e investigadores, que explorase la situación de los enfermos de VIH en la sociedad contemporánea. Algo de eso queda en la película, que se detiene a considerar las preocupaciones de quienes se ven obligados a  recurrir a las instituciones sanitarias en épocas de recortes presupuestarios. Pero desde el primer momento el proyecto se adentró por territorios más personales, en parte porque los efectos del tratamiento impedían que el director pudiese cumplir una planificación de rodaje convencional. Poco a poco, comenzó a tomar forma un diario filmado en el que la crónica del día a día se combina con una sorprendente capacidad para la divagación. Desde su retiro campestre, tratando de entender las reacciones de su cuerpo, la mente de Joaquim Pinto se pierde por múltiples territorios.

    Al principio de la película, el director nos explica la extraña sensación provocada por el nuevo tratamiento: una disociación entre su cuerpo y su mente. Los movimientos más sencillos, que antes se realizaban de manera automática, necesitan ahora un esfuerzo de la voluntad para ponerse en marcha. Es necesario pensar en mover el brazo para mover el brazo, pensar en dar un paso para mover los pies. La disociación alcanza también a su espíritu. “Tengo que querer para querer” es un mantra que el director repite varias veces a lo largo de la película. Como si tuviera que activar toda su fuerza de voluntad ante la amenaza del más profundo desánimo, concentrar todas sus energías para seguir adelante. La película se transforma en el relato de una resistencia, de una lucha por mantener la vida en marcha. Lo que el caso de Joaquim Pinto se convierte en un relato enérgico y vibrante. Incluso cuando la dureza del tratamiento se hace notar de forma devastadora, Pinto conserva una disposición propicia a la curiosidad y a la sorpresa, y una mente juguetona y traviesa. 


El marido de Pinto, Nuno Leonel, con dos de sus perros.

    La aguda percepción de su propio cuerpo que le proporciona la enfermedad le conduce a explorar su lugar en la naturaleza, observando todas las formas de vida que le rodean. La película comienza con una babosa arrastrándose lentamente entre hierbas y palos, y de vez en cuando se detiene para contemplar a una libélula que revolotea en un parque madrileño o a una avispa inesperadamente encaprichada de un trozo de hamburguesa. Además, el  director concede gran parte del protagonismo a sus cuatro perros, que forman una curiosa familia junto a sus dueños, y tampoco se olvida de las criaturas que su propio cuerpo aloja y que condicionan su existencia, explorando la naturaleza del virus con la colaboración de los médicos que le atienden. Su inquieta curiosidad no se olvida de los animales humanos: Pinto desciende a una cuevas cercanas para contemplar el hábitat de los neandertales y ponerse así en la piel de unos antepasados quizá no tan lejanos. Y en sus pensamientos también hay un lugar para la religión: el cineasta escenifica una lectura del Evangelio de San Juan al aire libre, tratando de recuperar el espíritu de las primeras predicaciones cristianas. Como si su condición le hubiese obligado a desempeñar las funciones de una especie de filósofo natural, escrutando los alrededores en busca de alguna clase de sentido. 

Pinto encuentra la presencia de la naturaleza en los lugares más insospechados.
Pinto graba su día a día con una gran espontaneidad, convirtiendo la cámara en un elemento más de su vida. El estilo de la película es coloquial, y consigue transmitir de manera transparente la enérgica personalidad de su autor. Una voz en off, elaborada durante el proceso de edición, ancla las imágenes y ofrece un comentario reflexivo y poético que sobrevuela la caprichosa espontaneidad de las imágenes. El montaje resulta tremendamente dinámico. El uso de sobreimpresiones para sugerir el curso caótico de los pensamientos es especialmente acertado, una manera expresiva de señalar la aparición del pasado en el momento presente, o de hacer aparecer la fuerza de la naturaleza en el interior de una habitación. La música aparece de manera inesperada para expresar una enorme variedad de estados de ánimo: desde el entusiasmo hasta la calma melancólica.

A pesar de sus casi tres horas de duración, E Agora? Lembra-me resulta una película ágil e inquieta, sorprendente y curiosa. Con gran facilidad, la película salta de lo íntimo a lo épico, a veces en la misma frase o en la misma imagen. Su alcance abarca desde lo microscópico a lo intemporal, y su motor es una curiosidad infinita. Es el autorretrato de un hombre que desde las limitaciones de su cuerpo y desde su retiro en un rincón de Portugal investiga su lugar en el universo y su relación con el resto de la naturaleza. El resultado es de un sorprendente vitalismo, una poderosa afirmación del privilegio de estar vivo.