viernes, 29 de agosto de 2014

Banda sonora: Max Richter vuelve a colaborar con Ari Folman en El congreso.


El músico británico de origen alemán Max Richter (nacido en Berlín en 1966) es uno de los principales representantes de lo que se ha venido a llamar “clásica indie”: un conjunto de compositores que difuminan las fronteras entre la música pop más sofisticada y el dominio tradicional de la música culta. Introduciendo instrumentación más propia del pop y de la electrónica, o técnicas como el sampleado en sus composiciones, estos músicos han creado un nuevo espacio que permite a la música sinfónica y de auditorio encontrar nuevos públicos e incorporar sensibilidades contemporáneas. (Otros músicos en esta línea serían Jonny Grenwood, Nico Muhly o Johan Johansson) Es un movimiento lógico: los dominios de la música clásica y popular podían estar separados unas décadas atrás, pero hoy día un músico de conservatorio tendría que vivir completamente alejado del mundo para escapar al influjo de la música pop, tanto musical como emocionalmente.

    “Empecé a componer antes de que supiese lo que era componer. Cuando tenía cinco o seis años, siempre había canciones rondándome por la cabeza, y yo trataba de reconfigurarlas, como si estuviera jugando con Legos. Siempre estaba haciéndolo, pero no me daba cuenta de que hubiese algo que se llamase componer. Era casi algo subconsciente hasta que me di cuenta de lo que estaba haciendo, mucho tiempo después. En cuanto a las influencias, supongo que son las cosas que todo el mundo escucha cuando es pequeño, es decir, los clásicos. Los Beatles, y en el dominio clásico, Bach. Esos son mis puntos de partida, las estrellas gemelas”
, rememora Richter en una entrevista para la web 15questions. El músico recibió una sólida formación clásica, estudiando con el compositor Luciano Berio. Más tarde, fundó el conjunto minimalista Piano Circus, con el que, a mediados de la década de los 90, colaboró con el grupo de música electrónica Future Sound of London. En 2002, publicó su primera grabación en solitario, la pieza para orquesta Memoryhouse, que contenía el germen de su estilo: clásico, atmosférico y solemne pero no apabullante. No es de extrañar que recibiera el interés del mundo del cine.




“La música par mi es narración, así que normalmente comienzo con lo que quiero contar. A partir de ahí, lucho en la oscuridad, tratando de encontrar maneras de decirlo. Creo que la razón por la que escribo música es porque intento decir cosas que son difíciles de expresar verbalmente.” La carrera de Richter como compositor derivó desde el principio hacia proyectos singulares. Como su primera colaboración con el director israelí Ari Folman en Vals con Bashir: una cinta de animación que incorporaba técnicas documentales para rememorar los recuerdos del director de la primera guerra del Líbano. Películas como Lore, de Cate Shortland o La bicicleta verde, de Haifaa Al-Mansour son otras de las apuestas singulares que jalonan su carrera. Con El Congreso vuelve a trabajar con Folman, en otra película singular y ambiciosa. Se trata de una adaptación de la novela de Stanislaw Lem protagonizada por Robin Wright interpretándose a sí misma, en una cinta que combina animación e imagen real. La amplia variedad de ambientes y escenarios que presenta la cinta le permite a Richter ampliar sus horizontes como compositor cinematográfico.



En la película de Folman, Robin Wright recibe una oferta de un poderoso estudio que pretende escanear al completo su cuerpo para poder seguir realizando películas protagonizadas por su alter-ego digital. Este argumento permite al director pasar de la imagen real a la animación para presentarnos diversas versiones de Wright en mundos animados. Para el compositor, también supone una oportunidad para la diversidad: entre otras cosas le permite ensayar su personal versión de la música rica en percusiones aceleradas que domina el cine de acción y aventuras hoy en día.



 La guida de todo esto es, sin duda, esta versión del clásico de Dylan Forever Young, arreglado por Richter e interpretado por la propia protagonista. Este canto a una juventud eterna resulta apropiado para una película que critica duramente la actual fetichizarían de los cuerpos jóvenes promovida por la industria del espectáculo. 



    Si Richter comenzó a componer para el cine de manera casi accidental, su carrera se está consolidando de manera cada vez más rápida. Su último proyecto es nada menos que una de las grandes apuestas de la HBO: The Leftovers, una serie de ciencia ficción creada por uno de los responsables de Lost. Está claro que se trata de un nombre que vamos a seguir oyendo en los próximos años.