
El viento se levanta, la nueva colaboración entre estos dos cineastas, resulta especial por varias razones. La primera de ellas es puramente personal, al tratarse de la despedida del cine del director japonés: a sus 72 años, Hayao Miyazaki ha declarado que ya no tiene intenciones de completar otro largometraje. Pero también hay novedades desde el punto de vista cinematográfico, pues la película es muy diferente a sus anteriores producciones: lejos de los mundos fantásticos e imaginativos a los que nos tenía acostumbrados, Miyazaki ha decidido retirarse narrando la biografía de Jiro Horikoshi, el ingeniero que creó los célebres cazas Zero, empleados por el ejército japonés en la segunda guerra mundial (entre otras cosas, para bombardear Pearl Harbour). Miyazaki siempre ha sentido fascinación por los artefactos voladores, pero esta vez dibuja creaciones reales y mortíferas, lo que ha convertido la película en objeto de cierta polémica tanto en Japón como en occidente.
Si por algo se caracterizan las composiciones de Hisaishi es por su habilidad para extraer sonidos delicados y frágiles de toda una orquesta sinfónica con coro incluido. Por ello, en su música se funden la grandeza épica de la aventura con el intimismo emocional, dos registros que también aparecen a menudo en las ficciones de Miyazaki. En esta nueva película Hisaishi ha compuesto un bello tema llamado El viaje, que se identifica con el personaje principal. El tema aparece recurrentemente en la película, en diferentes orquestaciones: se trata de un leit motiv que en unas ocasiones adopta un tono íntimo y en otras se vuelve épico en función de los sentimientos del protagonista. Aquí podemos escuchar ese tema en su versión más sencilla, interpretado solamente por un piano.
Otra versión de este tema, muy diferente: una interpretación en directo, de finales del año pasado. El propio Hisaishi introduce la melodía desde el piano, para después levantarse a dirigir la orquesta. A pesar de tratarse de una historia puramente japonesa, la orquestación tiene un sorprendente aire mediterráneo, con mandolinas, acordeones y guitarras. En Japón, este tema ha logrado la ubicuidad cultural que los grandes éxitos de la música de cien pueden alcanzar: muchos jóvenes aspirantes a músicos están hora mismo dando sus primeros pasos tratando de que suene en sus pianos o sus guitarras.