jueves, 10 de abril de 2014

El desconocido del lago

T.O: L'INCONNU DU LAC
DIR: ALAIN GUIRAUDIE, INT: PIERRE DE LADONCHMPS, CHRISTOPHE PAOU
FRANCIA, 2013, 97'











El lugar es un lago del sur de Francia, de aguas claras y tibias. Es verano. Una bahía desciende formando un semicírculo, a la manera de un anfiteatro. Detrás se encuentra un bosque no demasiado tupido: arboles y maleza. La zona ha sido colonizada por un grupo de homosexuales que lo emplean para practicar cruising. Toman el sol desnudos, nadan en el lago o se retiran a follar entre los árboles. El espacio está estrictamente codificado: la playa es el lugar para ver y ser visto; los senderos del bosque son propicios para los encuentros o el voyeurismo. Hay un extraño contraste entre la naturaleza presente en el lugar (el lago, los árboles, los cuerpos desnudos) y la estricta codificación social con la que funciona. Parece como si esos hombres hubieran convertido con su presencia la naturaleza en arquitectura.

Franck (Pierre De Ladonchamps) es uno de los habituales. Aparece un día de verano, saluda a los asistentes que reconoce, se echa a nadar en el lago. Conoce a Henri, (Patrick d'Assumçao) un hombre de mediana edad que no se atreve a desnudarse y  se mantiene algo alejado de los demás. El resto de los bañistas lo mira con cierta suspicacia porque prefiere ver a ser visto. Sin embargo, Franck se hace amigo de Henri, quizá porque su aspecto melancólico le inspira compasión. Pero su interés pronto se dirige hacia Michel (Christophe Paou), un hombre misterioso de cuerpo bronceado y bigote espeso. Franck ha ido a ese lugar para estimular su deseo y eso es exactamente lo que le ocurre cuando Michel, como si fuera una criatura fantástica, surge de las aguas del lago. Sin embargo, para decepción de Franck, Michel tiene un acompañante bastante posesivo. Al final del segundo día, Franck los contempla desde lejos, en mitad del lago. Parecen estar jugando, pero Michel agarra a su amante y lo hunde en el agua con fuerza hasta ahogarlo. Ver a Michel cometer un crimen inexplicable no enfría el deseo de Franck: al día siguiente los dos hombres tendrán su primer encuentro en el bosque. El deseo será más poderoso que el miedo.



¿Quién es el desconocido del título? ¿Michel, el amante asesino? ¿Su víctima, ese chico que no parece importar a nadie y cuya desaparición lo convierte en un enigma doble? ¿O el propio Franck, de quien sabemos muy pocas cosas a pesar de que es el personaje al que la película sigue más de cerca? “La idea consiste en descubrir lo lejos que va a llegar para saciar su deseo”, explica Guiraudie. Puede que Franck esté descubriendo aspectos de sí mismo que  hasta entonces le eran desconocidos.  El enigma de estos personajes tiene mucho que ver con el hecho de que la película nunca se aleje del lago y sus alrededores, sin que sepamos nada de ellos más allá de lo que ocurre en este particular microcosmos, que funciona con sus reglas privadas. Descifrar lo qué hay detrás de los cuerpos que se disponen a la orilla del lago es la principal actividad de estas criaturas: de esta manera la película se convierte en un catálogo de miradas. La mirada que evalúa los cuerpos de los otros, que se aparta inmediatamente aparentando  ser casual y que busca cada nueva presencia; la mirada voyeur, que convierte el acto de  mirar en algo sexual; la mirada del testigo que puede convertirse en un acto moral; la mirada del inspector de policía que se adentra en un mundo desconocido tratando de entender los hechos que han llevado al crimen.

 Todas esas miradas se articulan con precisión gracias a la trabajada puesta en escena: Alain Guiraudie establece un férreo control sobre el punto de vista para convertir El desconocido del lago en una cinta de suspense existencial. La película adopta a menudo el punto de vista de Franck, cuya visión delimita el espacio que se muestra al espectador. Es nuestro embajador en un mundo desconocido, pero la cámara marca también la distancia suficiente para que contemplemos sus acciones desde una distancia. Ese control del punto de vista se corresponde con una calculada disposición del espacio cuya precisión es un reflejo del mundo en que se desarrolla la película, en el que la manera en que alguien se sienta y cómo lo hace tiene un significado concreto. 

El detective que hace su aparición cuando aparece el cuerpo de la víctima aporta un punto de vista externo al relato, que inmediatamente resitúa la mirada del espectador. Porque para descubrir que ha pasado realmente este policía tendrá que comprender el funcionamiento del lugar. ¿Por qué la muerte se recibe con indiferencia? ¿Por qué lo que ocurre en el lago se cubre con un manto de silencio, aunque pueda tener consecuencias peligrosas? Quizá, especula el policía, un asesino en serie homófobo se halle en la zona. La figura de Michel, el amante asesino, combina el sexo sin compromiso con el asesinato sin remordimientos en la  manera en que se apropia de los cuerpos, para el placer o la violencia. La libertad sexual que practican los hombres del lago comienza asemejarse a un intercambio mercantil, en el que los cuerpos se acaban convirtiendo en objetos desechables.



    La película está iluminada completamente con luz natural: el sol del verano se refleja sobre los cuerpos y los árboles haciéndoles brillar, primero con una serenidad pastoral; más tarde, a medida que avanza la trama, la luz se va oscureciéndose y el crepúsculo y la noche se van adueñando del espacio al mismo tiempo que la tensión aumenta de manera invisible. La única música en la banda sonora es el sonido del viento moviendo con suavidad las ramas de los árboles y el agua en la superficie del lago: un sonido tan presente que es difícil de percibir, pero que hace sentir en cada escena la presencia de la naturaleza como algo vivo. Es un entorno en el que se puede olvidar la existencia del mundo exterior, algo que empieza al despojarse de la ropa y que tiene su extensión lógica en la manera en que el deseo fluye de manera libre e inmediata bajo los árboles.  Pero el hombre es un animal extraño, y este lugar no es un lugar desprovisto de leyes, más bien todo lo contrario. En ese terreno en que la naturaleza se transforma por la mera presencia humana en algo sometido a normas sociales, sea la disposición del espacio o la conducta sexual, se desarrolla el drama de El desconocido del lago.