sábado, 14 de abril de 2012

Take Shelter


 T.O: Take Shelter
Dir: Jeff Nichols
Int: Michael Shannon, Jessica Chastain
EEUU, 2011, 118'


Take Shelter es un drama realista sobre la clase obrera norteamericana azotada por la crisis; una cinta de terror subjetivo sobre el lento descenso de un hombre hacia la locura; una exploración de la incomunicación dentro de un matrimonio y una cinta sobre el poder de la naturaleza con huellas del cine de Terence Malick. El prometedor Jeff Nichols, en su segunda película, no tiene miedo de utilizar elementos de géneros tan dispares y consigue hacerlo con notable coherencia.
Curtis (Michael Shannon) es un trabajador de la construcción que vive en un pueblo de Ohio con su mujer Samantha (Jessica Chastain) y su hija de seis años, que padece sordera. Su vida se ve alterada por una serie de pesadillas relacionadas con la llegada de una tormenta apocalíptica. Las pesadillas se hacen cada vez más recurrentes y Curtis comienza a preocuparse por su salud mental, pero al mismo tiempo no puede dejar de pensar que suponen alguna clase de aviso, y que debe buscar la manera de poner a su familia a refugio frente al desastre que se acerca. Pero ¿Debería compartir su obsesión con su mujer?
La película está claramente enraizada en el entorno de la crisis económica: asuntos como el seguro médico, los precios de los medicamentos o  las dificultades de lograr un préstamo en la situación actual son parte importante de las preocupaciones de los personajes. La tormenta que amenaza en el horizonte es una manifestación abstracta de un peligro más concreto: la red de seguridad que desaparece bajo los pies de tantas personas en una época de caos económico. 
Jessica Chastain es uno de los descubrimirntos de la temporada

Nichols maneja bien la introducción de elementos inquietantes en un entorno cotidiano, y el manejo sutil y nunca demasiado exhibicionista de los efectos especiales ayuda a crear esa atmósfera de familiaridad e inquietud. Pero Take Shelter se resiente de un guión demasiado rígido, que evoluciona de manera algo predecible y en el que las imágenes de pesadilla son a menudo demasiado fáciles de interpretar para el espectador, perdiendo su misterio. Shannon y Chastain conservan su estatus de actores en alza de los últimos años, pero Nichols los dirige en ocasiones aisladas más allá de los límites del sentimentalismo, en una película que por otra parte se aleja en la mayor parte del metraje del melodrama.
El fin del mundo es un tema explorado recientemente no solo por los técnicos de efectos especiales, como venía siendo habitual, sino por algunos de los cineastas más prestigiosos: Bela Tarr, Lars Von Trier, Abel Ferrara, etc han incluido perspectivas apocalípticas en sus últimas películas, como si la perspectiva del fin de los tiempos fuese un tema de actualidad. En este caso, Nichols juega la carta de la ambigüedad a la hora de mostrar las imágenes de la destrucción: siempre presentan una ambivalencia entre la realidad y la alucinación. Como metáfora de la crisis económica, algo que resulta evidente a pesar de los intentos del director de resultar sutil, resulta bastante inquietante: un malestar social que solo se puede expresar de manera subjetiva, un miedo que sólo puede articularse  a la manera de una grotesca alucinación.