domingo, 1 de junio de 2014

Madre e hijo

T.O: POZITIA COPILULUI
DIR: CALIN PETER NETZER
INT: LUMINITA GHEORGHI, BOGDAN DUMITRANCHE, NATASHA RAAB
RUMANIA, 2013, 112'

Cornelia tiene ya unos sesenta años,  y aunque es arquitecta, solamente ejerce de vez en cuando como decoradora. Su marido es médico, a su fiesta de cumpleaños acuden miembros del gobierno y personalidades varias: se puede decir que ocupa una posición social algo más que desahogada. Tiene un aspecto imponente: una presencia hierática de tinte platino y piel estirada, generoso abrigo de pieles y garganta enjoyada. Su gesto suele ser adusto incluso cuando sonríe, algo que hace cuando resulta apropiado. Le gusta pensar que mantiene todos los aspectos de su vida bajo control, pero últimamente hay un asunto que le hace perder los nervios: su hijo Barbu, de 32 años, comienza a mostrar signos de independencia. Se ha ido a vivir con una mujer que ya tiene una hija pequeña y ni siquiera le da a su madre las llaves del piso. Cornelia abomina de la novia de su hijo y utiliza todos los recursos que tiene a su alcance para mantener su influencia sobre él. Sin embargo, nada parece dar resultado. Hasta que Barbu se ve envuelto en un grave problema: atropella a un niño mientras conduce su voluminoso todoterreno con exceso de velocidad. Inmediatamente, Cornelia abrirá su agenda y se pondrá a hacer llamadas. Como alguien que sabe navegar con destreza por las aguas del intercambio de favores y el tráfico de influencias, se hace con los nombres y los teléfonos de policías, fiscales y peritos y establecerá los conductos para que sus acciones se correspondan con sus intereses.

    La postura del hijo a la que hace referencia el título original  es lo que en español llamaríamos posición fetal, la figura que adopta el feto dentro del vientre materno. De esa manera le gustaría retener a su hijo a la protagonista, da igual que tal exigencia de afecto y sumisión pueda poner en peligro ese mismo vínculo. Es, además, un título más apropiado que el castellano, porque en el conflicto entre madre e hijo la atención del director Calin Peter Netzer se centra principalmente en la figura de la madre. Barbu aparece aturdido y distante, abrumado por la situación en la que se encuentra e incapaz de tomar ninguna decisión al respecto. El hijo de Cornelia es una criatura bastante irritante, que la película nos sugiere como el fruto de una crianza notablemente desequilibrada: el joven se comporta de manera agresiva con su madre pero al mismo tiempo no hace nada para resistirse a sus manejos. Este es el show de Cornelia, que se mueve con habilidad y sigilo entre las bambalinas de las instituciones en su papel de madre inconsolable. Porque para una señora como ella las instituciones y la sociedad en su conjunto no son más que otro escenario para las maniobras de poder doméstico. 




Cornelia emplea  a la criada para poder cotillear en la vida de su hijo 

Aunque el nombre del director Catlin Peter Netzer no suene demasiado al aficionado español, Madre e hijo tiene en su equipo a unos cuantos veteranos de la nueva hornada de cine rumano que lleva una década triunfando en los festivales internacionales. El guionista Razvan Radulescu, sin ir mas lejos, ha participado en los guiones de muchas de las piezas clave del resurgir cinematográfico de su país: La muerte del señor Lazarescu (2005),  4 meses, 3 semanas y dos días (2008), Martes, después de Navidad (2010) o Autobiografía de Nicole Ceaucescu (2010). En este caso, aporta una férrea estructura dramática en la que disemina varias escenas de intensidad dramática creciente. Es una película de personajes sentados frente a frente en habitaciones, salones o lugares públicos, en los que el gesto más dramático es el contacto visual. Como novedad frente al resto de las películas rumanas, celebres por su cultivo del feísmo en materia de escenografía, aquí podemos descubrir los gustos en decoración de interiores y  estilismo de la alta burguesía del país.

La interpretación de Luminita Gheorghiu sostiene dramáticamente esta película
  Otro de los miembros clave del equipo es el director de fotografía Andrei Butica, que fue operador de cámara en la película fundacional del reciente cine rumano, La muerte del señor Lazarescu. Según declara en las notas de prensa, el director les dio carta blanca a él y a su operador para moverse libremente, cámaras al hombro, alrededor de los actores. Es un retorno a la cámara la hombro agitada que contrasta con la puesta en escena de plano general y cámara detenida que se había asentado entre sus compatriotas más famosos. La estrategia funciona de manera desigual. Los constantes reencuadres y las panorámicas rápidas entre interlocutores crean un extraño frenesí para una historia que está protagonizada por personajes cómodamente sentados hablando en voz no demasiado alta. Hay una sensación de urgencia que provoca falsos clímax dramáticos, sobre todo al principio de la película, cuando se están definiendo las situaciones y no ocurre nada realmente dramático. A medida que avanza la trama y los gesto y movimientos de los personajes se van impregnando de intensidad, la puesta en escena se adapta mejor a las situaciones y la película nos regala unas cuantas escenas de gran intensidad dramática.

    Si la cámara descentra y disgrega dramáticamente la película, Madre e hijo se sostiene sólidamente porque su anclaje dramático reposa en la interpretación de Luminita Gheorghiu. La actriz de Bucarest es una veterana secundaria con papeles en cintas de Cristi Puiu, Cristian Mungiu, Corneliu Porumboiu, o Michael Haneke, además de un montón de tablas teatrales. Su registro de dama de alta sociedad es nuevo para ella, pero lo hace suyo con fiereza: Cornelia es un depósito de energía contenida, que se deja ver en la firmeza de sus movimientos al llevarse un cigarrillo a la boca o manejando su teléfono móvil como si fuera un instrumento de poder. Su presencia ocupa la mayor parte del espacio dramático y relega a una posición periférica no solamente a su hijo, sino también a su marido y a cuantos policías o médicos se cruzan en su camino. El director tuvo algunas dudas antes de contratar a Gheorghiu para este papel, dado que la actriz es muy conocida en su país y eso podría interferir en la manera en la que los espectadores contemplasen al personaje. Sin embargo, con otra actriz la película sería muy diferente: Cornelia despliega su envolvente y acaparadora concepción del amor materno con el calculado control emocional de una auténtica diva.