Cortometraje: Light Is Calling, de Bill Morrison (2004, 7’)
“Hay dos formas de contemplar la decadencia: puedes verla como parte de un ciclo, un proceso instrumental a la hora de reformar tu vida, y también puedes pensar en la decadencia como un final, algo que necesita ser temido y evitado a toda costa. Ambas actitudes se abrazan en mis películas” Bill Morrison (Chicago, 1965) ha dedicado las dos últimas décadas a explorar los fondos de archivos y filmotecas en busca de imágenes olvidadas con las que construir sus películas. Al contrario que otros cineastas que trabajan a partir de imágenes encontradas o found footage, Morrison no centra su atención en el contenido de las mismas, sino en el estado de sus soportes: las viejas películas de celuloide, cuya decadencia es completamente natural ya que están registradas sobre materia orgánica, son una fuente de belleza inesperada y aleatoria en la que el tiempo deja su huella sobre las creaciones de los cineastas primigenios. “El deterioro funciona de dos maneras, primero interactúa con la música de una manera interesante, casi como si fuera una animación, aportando otra superficie. Pero también interactúa con la imagen. Las imágenes son escogidas para mostrar la relación el hombre con su propia mortalidad. Por supuesto, cuando esa tomas se hicieron hace setenta años o cien años, estaban en una condición prístina y la gente que sale en ellas no tenía ni idea de que años después iban a tener este aspecto. Desde mi punto de vista, es un testamento o una analogía hacia nuestra experiencia humana, en la que nuestra voluntad o nuestra experiencia subjetiva cree de alguna manera que somos inmortales, y que seremos capaces de continuar con nuestras vidas, irónicamente, trágicamente, heroicamente, a pesar del hecho de que estamos decayendo. No quiero hacer un juicio sobre ello. Puede ser trágico, pero también puede ser hermoso.”
Su cortometraje de 2004 Light Is Calling surgió de manera bastante casual. “La Biblioteca del Congreso tenía un negativo impecable de la película, The Bells, y también tenían una copia de referencia impecable. Así que era uno de esos casos en los que pensaron ‘¿Por qué conservamos esta copia deteriorada? Está ocupando espacio, tenemos que deshacernos de ella.’ Yo había estado trabajando allí en Decasia, así que cuando volví a pasarme, me dijeron: ‘Vamos a tirar esto, ¿Podrías echarle un vistazo?’ Al contrario de casi todas las copias deterioradas que he visto, esta tenía un deterioro hermoso. “ The Bells es un melodrama de época rodado en 1926 por James Young, cuyo argumento ya estaba pasado de moda cuando se estrenó. Se trata de la adaptación de una obra de teatro de 1867 que resulto enormemente exitosa en el Londres de finales del siglo XIX, especialmente en la interpretación de Henry Irving. Es una historia de posaderos y burgomaestres en la que el protagonista comete un crimen el primer acto y se pasa los dos siguientes contemplando el fantasma de su víctima hasta caer en la locura. En las imágenes que nos presenta Morrison, el argumento no importa demasiado. Hay carruajes, sombreros de época, uniformes con charreteras. Las huellas del paso del tiempo se nos aparecen como una densa niebla a través de la que se pueden contemplar unas figuras anónimas, cuyos gestos y movimientos han atravesado el tiempo sin conservar su sentido. Morrison ralentiza la imagen (la velocidad de proyección es hasta tres veces más lenta que la de la película original) para que los efectos del tiempo se hagan más visibles. “Estas viendo esta narración rodada en 1926, estás viendo las cosas que le han ocurrido a la película desde entonces, y como una cosa se relaciona con la otra”
Bonus Track: como si se tratase de un concurso de belleza, podemos comparar la fascinación de las imágenes incompletas y elusivas de Light Is Calling con la película de la que procede: The Bells, de James Young, rodada en 1926 y protagonizada por Lionel Barrymore y Boris Karloff (Las secuencias sobre las que ha trabajado Morrison comienzan en el minuto 9)¿Cuál de las dos resulta más fascínate hoy día?