T.O: THE EAST
DIR: ZAT BATMANGLIJ
INT: BRIT MARLING, ELLEN PAGE, PATRICIA CLARKSON, ALEZANDER SKARSGÅRD.
EEUU, 2013, 116'
Zat Batmanglij y Brit Marling surgieron como dos de las grandes revelaciones del festival de Sundance de 2011 (y, por tanto, como nuevos cachorros del cine indie norteamericano) gracias a Sound of My Voice, una intriga sobria y concisa realizada con un presupuesto ínfimo, en dónde dos periodistas se infiltraban en una secta estilo new age que se reúne en garajes suburbiales. Sound of my voice destacaba por su atmosfera de ambigüedad, por su economía narrativa y también por la presencia de Marling liderando el grupo como una joven de aspecto inocente que afirma venir del futuro. De alguna manera, The East es una versión corregida y aumentada del debut del dúo (Marling, además de interpretar los papeles principales, es coguionista de ambas cintas). Hay una infiltrada: Sarah trabaja en una agencia de investigación cuyos clientes son grandes corporaciones; su misión es introducirse en una organización llamada The East, un grupo de activistas ecológicos que sabotean a empresas contaminantes y que lleva a cabo una serie de curiosos rituales y ceremonias de socialización. The East en una propuesta con mayor presupuesto y actores más conocidos (entre ellos, Ellen Page y Alexander Skarsgård ) que Sound of My Voice; eso también implica la aparición de ciertos manierismos del suspense comercial de nuestros días: la cámara artificialmente agitada en las escenas de tensión, o la habitual banda sonora a base de piano y sintetizador, ritmo y emocionalidad. Si su anterior película recordaba al cine de serie B de antaño o a la atmósfera sobria e inquietante de un capítulo de la serie The Twilight Zone, The East se parece más a una intriga televisiva o cinematográfica de nuestros tiempos, aunque el dúo conserva su sentido de la narración y su habilidad para crear la extrañeza con elementos de apariencia cotidiana.
La película fue escrita antes del rodaje de Sound of My Voice y después de que Marling y Batmanglij (quien, incidentalmente, es el hermano de Rostam Batmanglij, compositor y multinstrumentista de la banda Vampire Weekend, que aporta una de sus composiciones a la banda sonora de la película) se pasasen un verano conviviendo con un grupo de activistas, comiendo alimentos recogidos en contenedores de basura, subiéndose a vagones de carga, durmiendo en tejados al aire libre. La película refleja la preocupación cada vez más creciente por el aumento de las desigualdades sociales. El hecho de que se estrene en España en plena polémica por las revelaciones sobre la colaboración entre los servicios de inteligencia y las grandes empresas tecnológicas para llevar a cabo tareas de espionaje masivo pone de relevancia que los oscuros movimientos de poder entre agentes gubernamentales y grandes empresas privadas son algo más que el fruto de unas imaginaciones con tendencia a la paranoia. Pero el posible contenido político de la cinta está subordinado a las convenciones del cine de intriga con conspiración, y las resoluciones que se proponen se desenvuelven en la esfera personal y no en el campo social.
Como intriga paranoica, The East (que declara seguir los pasos de clásicos del subgénero como Todos los hombres del presidente o Los tres días del cóndor) demuestra destreza en la manera en que Marling y Batmanglij construyen la estructura narrativa y hacen gala de una notable capacidad de síntesis. Su toque personal consiste, como se ha dicho, en crear la sensación de desconcierto con elementos que en si mismos no tienen nada de extraño. La película se desarrolla en un mundo que se parece mucho al nuestro, salvo por algunos detalles que el espectador descubrirá, aquí y allá, como elementos característicos y diferenciadores de ese universo en que las grandes corporaciones tienen sus propios órganos de justicia. Este tipo de especulaciones de carácter sociopolítico solían desarrollarse en el futuro, pero ahora parece que no se necesita variar demasiado la ambientación para ponerlas en escena, como si las diferencias entre nuestro presente y lo que somos capaces de imaginar del futuro no fuesen realmente tan importantes. Por otra parte, Sound of My Voice basaba su eficacia gracias al hecho de encerrar la narración en un circulo muy restringido (los periodistas infiltrados y la pequeña célula religiosa) y permitiendo, a partir de ahí, sugerencias de un mundo más amplio. En The East, se ven obligados a crear un mundo narrativo más complejo, y las relaciones entre sus elementos son a menudo tenues e imprecisas, llevando a ciertas inconsistencias en la trama. ¿Y en cuanto a los aspectos políticos? Los miembros del grupo discuten la conveniencia de llevar a cabio actos violentos en represalia por acciones de manifiesta injusticia que no solamente quedaran impunes sino que gozan de protección por parte de las instituciones; pero en su conjunto, las alternativas políticas que presenta la cinta revisten una notable ingenuidad. Según explican los cineastas, la denominación del grupo de activistas hace referencia por un lado, a la costa este, con sus prestigiosas universidades que funcionan a modo de vivero de los intelectuales que representan la conciencia liberal de los Estados Unidos. Por otra parte, señala también al extremo oriente, una denominación política además de geográfica que hace referencia al gran “otro”, por lo menos tal y como es considerado desde la posición occidental. Los chicos de The East, son, por tanto, jóvenes americanos que quieren adoptar el rol del “otro” dentro de su propia sociedad. Son muchachos de buena crianza dañados por el sistema para los que la organización secreta es una buena manera de desarrollar vínculo comunal, desfogarse mediante el gamberrismo y la camaradería de paso que exorcizan sus demonios interiores haciendo que algunos peces gordos sufran por lo que les ha pasado a ellos. La película entiende la movilización política como una catarsis personal y esa es su mayor limitación al respecto.
The East resulta más interesante cuando reflexiona sobre los conflictos de identidad que se generan cuando el tránsito entre una existencia y otra (de la vida comunal a la corporativa) crean un conflicto para Sarah, que le revela la convencionalidad de los comportamientos humanos, incluso de las creencias más firmes. En ese sentido forma un curioso ciclo con otras cintas indie, como Martha Marcy May Malene o The Master, que tratan acerca de individuos que se introducen en comunidades cerradas, y en las que reciben el influjo de líderes carismáticos. En estas películas se recrean rituales de socialización idiosincráticos, se crean lenguajes privados y los personajes adoptan nuevos nombres. Cuando los personajes regresan al mundo real, acaban por cuestionar las convenciones en que se desarrolla la vida social, en especial la extendida creencia acerca de la unidad de la identidad individual.