jueves, 9 de agosto de 2012

Margaret


 

Dir: Kenneth Lonnergan

Int: Anna Paquin, J. Smith- Cameron, Mark Ruffalo, Matt Damon

EEUU, 2011, 149'






 ¿Es Margaret la película de culto de esta temporada? Rodada en 2005, se trata de la segunda película dirigida por Kenneth Lonnergan, uno de los dramaturgos más prestigiosos de Estados Unidos en las dos últimas décadas. Lonnergan había tenido un éxito modesto con su debut en el cine, Puedes contar conmigo (2001), y para su segunda película había elevado la apuesta: el guión, cuya escritura le llevó dos años, pretendía tomarle el pulso a la ciudad de Nueva York tras el trauma de los atentados terroristas del once de septiembre, navegando por temas como la culpa, el duelo, y la incomunicación urbana. Con un reparto que incluía a Anna Paquin,  Matt Damon, Mark Ruffalo y Mathew Broderick, se convirtió en una de las películas más esperadas del momento. Pero el proceso de montaje se convirtió en una experiencia interminable y amarga, y la película ha tardado finalmente más de seis años en ver la luz.
Lonnergan poseía por contrato el control completo de la película mientras el metraje no superase los 150 minutos, pero después de un proceso de edición excepcionalmente largo presentó un montaje de más de tres horas de duración. El financiero Gary Gilbert, quien aportaba  la mitad del presupuesto de  la película, no estaba satisfecho con esa versión, mientras tanto, Lonnergan seguía encerrado en la sala de montaje sin ser capaz de encontrar la forma de acortar la cinta. El conflicto escaló hasta convertirse en algo personal: Gilbert contrató a Dylan Tichenor, el montador de Brokeback Mountain, para que elaborase una versión de dos horas de metraje: Lonnergan se negó a que se estrenara con su nombre. Para cuando Lonnergan consiguió reducir la película a las dos horas y media estipuladas, la película ya era el objeto de varias demandas por incumplimiento de contrato que aún no se han resuelto.
Finalmente, Fox Searchlight estrenó la película en dos cines a finales de 2011, un estreno meramente simbólico que demostraba una confianza casi nula en la película. Pero cuando parecía que Margaret iba a pasar al olvido con facilidad,  un grupo de críticos y cinéfilos se movió por Internet reclamando a la distribuidora que le diese mayor difusión, incluso que elaborase una campaña para que pudiese aspirar a alguna nominación al Oscar. A pesar de no lograrlo, Margaret se convirtió en una de las películas más discutidas de finales de 2011, un inesperado succès d’estime. Sus defensores encontraron en ella una ambición difícil de encontrar en el cine norteamericano reciente, incluido el sector independiente. Lonnergan plantea el estudio de un personaje, la adolescente Lisa Cohen, sin ninguna concesión a las simpatías del espectador, sin buscar la identificación de nadie; y lo sirve a través de unas interpretaciones de una naturalidad cuidadosamente modulada, fruto de su experiencia en el escenario.
Anna Paquin
Lisa (una impresionante Anna Paquin pre True Blood, tan convincente como chica de instituto a sus 24 años que a veces  nos parece estar viendo sus hormonas en acción) es una adolescente neoyorkina que se ve involucrada en un lamentable accidente, causando de manera involuntaria la muerte de una mujer. Mientras busca por Broadway un sombrero de cowboy, ve a un conductor de autobús (Mark Ruffalo) que lleva uno exactamente igual al que quiere. De manera bastante irresponsable, comienza a hacerle señas y a seguir al autobús en marcha, de manera que Ruffalo se salta un semáforo en rojo y arrolla a la mujer. Un flirteo sin consecuencias se convierte en una tragedia, y a Lisa le asaltan sentimientos de culpa, y la clase de angustia que sobreviene ante los acontecimientos que es imposible comprender.
Después de mentir a la policía sobre el accidente, se queda perpleja ante el hecho de que la vida de la ciudad continúe de manera indiferente ante una tragedia inexplicable. De modo que transfiere la culpa hacia el conductor de autobús y se involucra en la vida de la única persona cercana a la fallecida, con la que intenta poner en marcha una demanda para que la compañía despida al conductor. Durante todo este proceso, Lisa se mostrará como una narcisista desesperada ante la creciente sospecha de que el mundo no es un escenario dispuesto para su propio melodrama. Eso la convierte en alguien tan vulnerable como destructivo: sus desesperados intentos por lograr algún tipo de contacto con los demás se convertirán en escenas en las que jugará con los sentimientos de los otros sólo para demostrarse a sí misma que puede hacerlo, que es capaz de dejar alguna huella en el mundo que la rodea, aunque sea mediante la crueldad. Su profesor de matemáticas, Matt Damon, tendrá buena prueba de ello cuando se presente en su casa para seducirle con su vulnerabilidad, simplemente para saber que puede meterle en un lío si quiere. “Solo se trata de sexo, nos vemos en clase”, le dirá ella, al marcharse, con una esforzada indiferencia.
 Mientras que la película logra sus mejores momentos gracias a la intensidad de sus intérpretes ( la escena de la confrontación entre Anna Paquin y Mark Ruffalo es poderosa;  al igual que los enfrentamientos entre la protagonista y J. Smith-Cameron, que interpreta a su madre) las secuelas de un montaje complicado se notan con frecuencia. Margaret tiene un ritmo desigual, las escenas se suceden unas a otras de manera algo atropellada, a menudo terminando inesperadamente. Personajes que parecen importantes desaparecen de escena sin avisar, otros reaparecen cuando ya no se les espera. Es difícil saber qué parte del problema corresponde a un montaje inadecuado y qué parte corresponde a los esfuerzos de un dramaturgo por tomar las riendas de la narración cinematográfica, un medio que no domina por completo; pero Margaret es una película que funciona a través de momentos de gran intensidad  más que como una obra completa y lograda.
La presencia de la ciudad domina las escenas
Lonnergan tiene la ambición de hacer una película neoyorkina, registrar el estado de ánimo de una ciudad herida. El énfasis en el entorno es bastante notorio: abundantes planos del skyline, panorámicas por edificios reconocibles. Hay escenas que se desarrollan en lugares tan famosos como Broadway o Central Park; a veces, en mitad de una escena, la cámara retrocede para que el paisaje urbano  que rodea a los personajes tome más presencia en el encuadre que ellos, los edificios de ladrillo naranja oscurecidos por el tiempo, las calles de varios carriles con aceras atestadas de transeúntes veloces y esquivos. A menudo, el director nos muestra a su protagonista perdida entre la marea de gente que la rodea, un cuerpo más entre la multitud que se dispone a cruzar de acera. Su historia no es más que una entre miles, a pesar de eso, Lonnergan se muestra convencido de que resulta representativa de su época, del dolor sordo por la tragedia absurda que reverbera en los rincones de su ciudad.