martes, 2 de diciembre de 2008

Gomorra

T.O: "Gomorra"
Director: Matteo Garrone
Intérpretes:Toni Servillo, Maria Nazionale, Salvatore Abruzzese, Simone Sancchettino, Gianfelice Imparato.
Italia, 2008, 137'

“Gomorra” es la adaptación cinematográfica del famoso libro del italiano Roberto Saviano, un reportaje tan documentado como visceral sobre las actividades de la camorra (o “el sistema”, como les gusta llamarse a sí mismos) napolitana, narrado de primera mano y a pie de calle por un autor que ha vivido toda su vida en el ambiente que describe. Mientras que el libro realiza un análisis centrado en la estructura económica, la película, como señala el propio Saviano (que participa en el guión), adopta un enfoque más antropológico, centrándose en un entorno derruido y en los seres humanos que lo habitan.

Garrone extrae cuatro historias de las páginas de Saviano, que narran aspectos cotidianos sobre la vida del Nápoles criminal. Sus personajes no son protagonistas del entramado de la camorra, aunque de una manera u otra no dejan de estar atrapados por sus tentáculos. Un sastre dirige uno de los talleres ilegales de alta costura; un submarino (o pagador) de la camorra reparte la pensión semanal a los familiares de los presos y muertos de la organización; un niño comenzará a trabajar para los clanes; un stakeholder se dedica a verter residuos tóxicos en cualquier parte. La película no profundiza demasiado en los personajes; tampoco nos detalla el funcionamiento de la organización criminal, simplemente se dedica a mostrarnos de qué manera su influjo alcanza a todos los habitantes de la región.

Por encima del resto, la historia que articula la película es la de Totó y Simone, dos adolescentes que tras una mala digestión de “El precio del poder” (“Scarface”, Brian de Palma, 1983) sueñan con convertirse en criminales solitarios. El entorno no podía ser más propicio, con armas, drogas y el dinero fluyendo por cualquier parte; y una ausencia total de cualquier cosa que recuerde a la ley y el orden. Pero cegados por su delirio de grandeza criminal, no tienen en cuanta que al sistema mafioso que impera en su región no le interesa que empiece a surgir gente que se dedique a hacer las cosas por su cuenta.

Miseria
En un entorno brutalmente degradado, en el que el contrato social está abolido e impera la ley del dinero y las armas, estos jóvenes ven en el crimen una forma de convertirse en alguien, a la manera de los boss del barrio o de los personajes de Scorsese o Tarantino. Pero no hay en ello nada de romántico, se trata simplemente de la constatación de la falta de horizontes de un mundo endogámico, en el que sus aspiraciones de poder y dinero se limitan a irse de putas, meterse unas cuantas rayas y mantener en general una actitud matonesca que les permita ser atendidos antes que la chusma en los restaurantes. En su interior, desde luego, se imaginan protagonistas de una de esas épicas gansteriles que tanto les gustan, pero desde luego, la película que protagonizan estos chicos es muy diferente. Es una película sucia y gratuita, en la que nada tiene excesivo sentido, protagonizada por un par de adolescentes feos y estúpidos que necesitan disparar para descargar sus tensiones.

Con un encuadre inestable, que oscila entre los personajes y el entorno que les rodea, entre esos horribles y mastodónticos edificios residenciales que crecen como cánceres de suburbio y las personas que pululan por sus oscuros y sucios corredores, escondiéndose silenciosamente o moviéndose con estruendo; la película de Garrone se articula a través de la tensión entre el primer plano y el plano general; entre los sujetos particulares atrapados y la red tejida en torno a los negocios de los clanes que acaban abarcando todo el espectro de relaciones humanas. Personajes desagradables, tanto físicamente como por sus actitudes, que se mueven en un entorno de opciones vitales muy limitadas y cuyas ambiciones resultan, asimismo, muy limitadas.

Por encima de todo, la principal sensación que provoca “Gomorra” es que se trata de una película sobre la suciedad. El paisaje napolitano, arrasado como si un dios todopoderoso y vengativo hubiera empleado toda su fuerza destructora sobre él, tras años de armas de fuego y hormigón, sangre y vertidos, se convierte en un medio en que la precaria supervivencia se tiene que ganar a través de continuos actos de violencia. Nada es bello, ni siquiera de manera casual, en esta película. Garrone tiene claro que la estilización de la violencia y el glamour del asesinato que el cine ha ido creando resuena en las cabezas justifica todo el sistema criminal, aunque sea de manera estética. No hay estética criminal en “Gomorra”: los matones no tienen estilo, van mal vestidos y poco aseados, y no provocan ninguna fascinación. El resultado de sus actividades es más desorden y suciedad en un mundo que cada vez va teniendo menos sentido. Al final de la película se nos dice que el volumen de negocio de una familia mafiosa llega a lo 5.000 millones de euros, pero aquí solo vemos miseria.