DIR: RAMA BURSHTEIN
INT: HADAS YARON, YIFTACH KLEIN
ISRAEL, 2012, 90'
¿Quién podría prever que en pleno 2014 nos íbamos a encontrar con una historia sutilmente conmovedora y contemporánea sobre los matrimonios concertados? Llenar el vacío se desarrolla en una comunidad de judíos ultra-ortodoxos o jaredíes de Tel Aviv. Shira, una joven de dieciocho años, contempla a escondidas en un supermercado a su futuro marido, Shifi Miller, un joven de aspecto no demasiado despierto que se limpia distraídamente las gafas con los puños de su chaqueta. Tendrás que acostumbrarte a lavar mucho, le advierte su madre, que ha arreglado el compromiso con la familia Miller. Pero las cosas no saldrán como todos ellos piensan. Inesperadamente, Esther, la hermana de Shira, fallecerá al dar a luz dejando a su marido Yochay repentinamente viudo y con un niño pequeño a su cargo. Ante la posibilidad de que Yochay se case con una mujer belga y se lleve a su nieto al extranjero, la madre de Shira maniobra planteando la posibilidad de un matrimonio entre su hija y Yochay. Ese movimiento dará lugar a un cortejo efectuado mediante una serie de requiebros y circunloquios que no les resultarín extraños a Jane Austen o Edith Wharton. Todo ello ambientado en unos interiores dominados por la presencia del blanco y negro de la sobria vestimenta masculina y los pardos y marrones con los que las mujeres se cubren el cuerpo y el cabello, y en los que la sucesión de ceremonias gobierna estrictamente la vida de la comunidad.
Llenar el vacío busca introducirnos en una comunidad que puede resultar difícil de entender (incluso para los ciudadanos laicos de Israel, sus vecinos jaredíes resultan tan exóticos como desconcertantes) a través de experiencias universales como el amor y el matrimonio. Rama Burshtein lo logra gracias a su especial condición, que le permite observar esta comunidad al mismo tiempo desde el interior y desde el exterior. Nacida en Nueva York en 1967, la directora se formó en la escuela de cine Sam Spiegel, de Jerusalem, antes de pasar a formar parte de la comunidad ultra-ortodoxa mediante su matrimonio, más de dos décadas atrás. Desde entonces, se ha convertido en una más de la media docena de directoras jaredíes que se dedican a realizar película educativas, estrictamente guiadas por las instrucciones de los rabinos y destinadas a una audiencia únicamente femenina. Los jaredíes viven aislados del mundo moderno, evitando la televisión, internet y otros medios de comunicación, así que las proyecciones de estas películas creadas dentro de la comunidad se convierten en todo un acontecimiento. Exhibidas en salones de bodas durante festividades como Passover, Hanukah o Sukkot, las anteriores películas de la directora eran cortometrajes de carácter religioso realizados por equipos femeninos e igualmente destinados a un público segregado.
Hadas Yaron |
Pero Llenar el vacío no es una película kosher: Burshtein la ha creado pensando en audiencias extrañas a su comunidad. Su presentación en el festival de Venecia de 2012 fue recibida con curiosidad y sorpresa, y durante los meses siguientes la película ha ido recorriendo casi todo el mundo. Sin embargo, no ha sido recibida de manera tan calurosa en su propia comunidad: a veces no es fácil comprender la imagen que nos devuelve el espejo, como explica la directora. Al igual que tantas otras narraciones clásicas, la película trata del conflicto por encontrar un lugar propio dentro de una sociedad rigurosamente codificada. La directora detalla con un alto grado de delicadeza y una prounda capacidad de observación el conflicto interno de Shira, que se debate entre sus propios sentimientos y las expectativas del mundo que la rodea. Las escenas de intimidad (conversaciones previamente acordadas en las que se produce el hecho inaudito de que un hombre y una mujer estén solos en la misma habitación) son una muestra del detallismo en la caracterización de Burshtein: la joven actriz Hadas Yaron tiembla, agita sus manos y se pone a reír sin motivo ante la cercanía de su posible prometido; por su parte, Yiftach Klein interpreta a Yochay con maneras serenas y cierto aplomo masculino. La actitud de Shira hacia él es comprensiblemente confusa: no es un completo desconocido, como su otro pretendiente, pero lo que se esconde detrás de sus maneras reservadas es igualmente un enigma. Al contrario que las película que realiza Burshtein para su comunidad, en Llenar el vacío no recibiremos una enseñanza clara, moral o de otro tipo: “Algunos ven en Shira amor – explica la directora – Otros miedo, y lo acepto”
La distancia entre los cuerpos es un elemento enormemente dramático en una cultura que separa a los hombres de las mujeres |
La fina observación del carácter se plasma en la pantalla mediante un estilo elegante: las armas de la directora son el enfoque selectivo y el uso de filtros que hacen brillar a los objetos blancos: las ropas y las joyas emiten destellos que destacan sobre los negros de las telas y los tonos pardos y oscuros de muebles y paredes. El uso del enfoque le permite graduar dramáticamente el espacio en una película en la que los personajes permanecen habitualmente inmóviles en habitaciones pequeñas, a menudo participando en ceremonias: cuando la distancia entre los cuerpos tiene una enorme repercusión emocional, las pequeñas gradaciones de enfoque ayudan a crear la tensión dramática y permiten graduar sus matices. Los destellos que salpican la pantalla en cada escena son la forma que tiene la directora de huir de la asepsia visual de un mundo estrictamente codificado cromáticamente en base a la sobriedad: el estricto color negro de los trajes de los hombres, con sus camisas blancas y los ocres oscuros y los marrones con los que las mujeres cubren todo su cuerpo podrían resultar una paleta monótona y triste: al contrario, la directora ama el mundo en que vive y busca reflejarlo de manera viva, brillante, táctil.