Dir: Valerie Donzelli
Int: Valerie Donzelli, Jeremie Elkaïm
Francia, 2011, 100'
Romeo (Jeremie Elkaïm) conoce a Julieta (Valerie Donzelli) en un pub: inmediatamente se besan y salen corriendo. Corren por calles y plazas, besándose y abrazándose en montaje frenético y algo naif. Se van a vivir juntos, tienen un hijo. No tiene mucha idea de qué hacer con él, como muchos padres novatos. El niño llora todo el rato, sus padres se preocupan por cualquier cosa que pueda ocurrirle. Su diligente pediatra, la doctora Prat, les indica la manera correcta de darle el biberón para que el niño se calme. Todo son pequeños problemas que a los confusos padres les parecen enormes, hasta que un día, la doctora pierde su sentido del humor al contemplar al pequeño. Los análisis confirman lo peor: Adán padece un tumor cerebral.
Esta es una película que surge de una experiencia real: Elkaïm y Donzelli tuvieron un hijo, Gabriel, que sufrió la misma enfermedad que el niño de la película: un tumor cerebral especialmente complicado, con pocas posibilidades de supervivencia. Gabriel sobrevivió y hoy está perfectamente curado, lo mismo le ocurre a su equivalente en la ficción. La película no convierte el desenlace de la enfermedad en ningún misterio, ya que comienza cuando Julieta acude con él, ya crecido, a una revisión de rutina. (El niño que vemos en la película es, en efecto, Gabriel, el hijo delos cineastas). De esta manera, la tentación del melodrama queda desactivada.
Si “Declaración de guerra” comienza de manera enérgica y lúdica, con un homenaje al amor juvenil, el tono no decae durante el resto de la película, a pesar de las malas noticias. Romeo y Julieta no tienen tiempo para desesperarse: hay que encontrar al mejor médico posible, informarse de los procedimientos, lograr que las familias de ambos sean una piña que arrope a todos en estos momentos tan difíciles. Donzelli lo rueda de manera enérgica y caprichosa, con una enorme cantidad de humor y música. La película se mueve por unos derroteros por los que uno nunca sabe que sorpresa deparará la próxima secuencia: un número musical, quizá, o algo de comedia física, como de cine mudo. Sin embargo, el sustrato emocional es profundamente auténtico, es una de esas películas en la que en cada plano se palpa que los responsables saben perfectamente de lo que están hablando.
Esta no es una película sobre la enfermedad sino sobre su superación, por ello está llena de energía e irradia optimismo. Sin embargo, no se olvida de los aspectos duros de la enfermedad, y del precio que se paga al afrontarla. Parece una de esas películas que hace unas décadas hacía Truffaut: una especie de comedia humana que sabe equilibrar adecuadamente el humor y el drama, que busca la espontaneidad y la inmediatez quizá a costa del acabado formal y a ciertos deslizamientos de tono.