Una imagen del documental |
Jarvis Cocker & The Big Melt (Behind The Scenes) from sortoffilms on Vimeo.
Jarvis Cocker ensaya un arreglo de Voodoo Ray con la Unite The Union Band.
Pronto, la idea comenzó a tomar forma. El objetivo sería realizar una proyección con música en directo: la película estaría acompañada por una banda de cincuenta músicos, dirigida por Cocker, y de la que formarían parte algunos destacados miembros de la comunidad musical de Sheffield. Miembros de Pulp o The Human League, el guitarrista Richad Hawley y entidades locales, como el coro Sheffield Youth Choir y la banda Unite the Union (City of Sheffield) Band o el dúo de Dj’s The Forgetmasters. La música estaría compuesta por una selección de piezas bastante ecléctica, entre ellas fragmentos de la banda sonora de la película de Ken Loach Kes (que a Cocker le recordaba el espíritu de rebeldía juvenil en la Inglaterra industrial), temas de bandas de la ciudad como Pulp y The Human League así como el éxito de acid jazz Voodoo Ray, de A Guy Called Gerald. Estaba claro que desde el principio el enfoque no sería convencional y los cineastas pretendía crear asociaciones más o menos libres en vez de seguir una estructura cronológica o didáctica precisa. Según Wallace, “después de pasar varios días viendo imágenes increíbles del BFI, unas pocas ideas clave comenzaron a formarse. Comencé a apreciar lo mucho que la producción masiva de acero había trasformado nuestro mundo en la primera mitad del siglo XX. Tanto si era empleado para la creación de maquinaria de guerra, gigantescas construcciones civiles o para facilitar los medios para la producción masiva de objetos, el acero ha creado una nueva clase de mundo, un mundo brillante y futurista, un mundo que ha roto para siempre con los modos de vida establecidos mucho antes del siglo XIX. Otras imágenes, tomadas dentro de las acerías y los hornos, tiene de alguna manera proporciones épicas y connotaciones fáusticas: imágenes que conjuran grandiosas óperas vulcánicas o secretos procesos alquímicos. Más que nada, quedé sobrecogido por los rostros que se contemplaban aquí y allá: gente corriente para la que la producción de acero se había convertido sin duda en un modo de vida, una vida dura, pero que sostenía a comunidades enteras durante varias generaciones.”
La película parte de imágenes producidas por la propia industria, imágenes destinadas a exaltar la modernidad de las factorías y su importancia, mostradas desde una posición de autoridad. Hay películas de animación que muestran gráficamente el proceso de fusión del acero. Hay un fragmento épico que muestra la construcción del Tyne Bridge, siluetas humanas moviéndose sobre el alambre mientras se alzan los pesados bloques de metal. Otras imágenes recuerdan la presencia del acero en la vida cotidiana, desde los instrumentos de metal hasta las cuchillas de unos patines o el banco en el que se sientan unos enamorados. Gran parte de la película utiliza un material impregnado del glamoroso futurismo de posguerra, con escenas de la vida cotidiana reelaboradas impecablemente en estudios cinematográficos, las siluetas marcadas mediante el contraluz. Pero los cineastas vuelven su atención con frecuencia a las personas que trabajan en esas fábricas: cuando están en su trabajo, rodeados de material incandescente o maquinaria pesada, pero también fuera de él, cuando se reúnen en las tabernas y en los bares. “Creo que al hacer la película, entendí por qué la gente bebe mucho más de lo que lo hacen en el sur.” – Dice Cocker – “Parte tiene que ver con la deshidratación, pero después de estar haciendo eso todo el día, tienes que tener una sensación de derrumbe. Y quizá está también lo del ruido. Primero, todo el mundo estaba sordo, y después, estabas expuesto a sonidos muy extremos. Sheffield siempre ha sido una ciudad de graves extremos. Tiene que ter algo que ver. Esa clase de cosas forman lo que eres. Puede que no aprecies un sonido grave si no lo has oído. Pero si lo has escuchado resonar por toda la ciudad por la noche, piensas: “Esto es interesante, hagamos algo con esto”.
Un momento de la proyección con música en directo |
Jarvis Cocker dirigiendo a los músicos |
Los sonidos rítmicos y graves tiene el efecto de transportarnos al interior de una planta siderúrgica, con su cadencia mecánica y estridencia envolvente, pero su origen la música electrónica que comenzó a aparecer por las discotecas del área industrial de Inglaterra cuando las fábricas comenzaban a cerrar sus puertas. Manchester se había rebautizado como Madchester y Tony Wilson funda una discográfica llamada Factory para contrarrestar de alguna manera el hecho de que tantas factorías de verdad estén cerrando sus puertas. Los viejos edificios industriales, ahora abandonados, se convierten en escenarios clandestinos de la cultura rave: vuelven a estar llenos, durante algunas noches, de ruidos mecánicos y repetitivos y de jóvenes frenéticos cubiertos de sudor. ¿Es solamente casualidad o hay algún movimiento cultural subterráneo que conecta estos dos acontecimientos? ¿Es el hedonismo de la cultura rave una respuesta ante la desaparición del trabajo manual, ante la conversión de la economía en una corriente abstracta?
Wallace: “Teníamos imágenes de los años 80, y gran parte de la maquinaria utilizada tiene el mismo aspecto pero los mecanismos de control han sido automatizados. Es bueno en un sentido, porque la gente no se está cayendo todos los años en calderas de metal hirviendo, y sufriendo terribles heridas, pero también está la conclusión inevitable de esta clase de avances: dejan a la gente fuera de la ecuación. Así que tienes comunidades que durante varias generaciones han sentido gran orgullo de trabajar en las fábricas que se quedan sin oficio. Ya no hay mucho futuro para amplios segmentos de esa población. Como digo, es inevitable, pero también hay una sensación de pérdida en ello. Una cosa es querer romper con las expectativas de tu comunidad, pero si no hay trabajos en la industria del acero, ese es un lujo que la próxima generación no va a poder permitirse. Hay un conflicto con esa vida que aparece como un futuro prescrito, pero luego, en la era actual, cuando ya no existe, las cosas se vuelven más segregadas, con menos sentido, dado que tu estás haciendo una cosa y tu vecino está haciendo otra. Así que ahí hay una pérdida que tenemos que reconocer.”
The Big Melt no es una historia de la clase obrera de Sheffield ni un documental acerca de la importancia de la industria del acero. Es un recorrido personal por la cultura de un lugar determinado por una industria ahora desaparecida. Jarvis Cocker comienza desde el rechazo que le provoca el pasado industrial de Sheffield, que en su juventud constituía un camino vital prefigurado ante el que rebelarse y que ahora contempla con cierta nostalgia como una fuente de vínculos perdidos. En el camino, ha encontrado muestras de rebeldía juvenil en el pasado industrial y huellas de la vida industrial en el hedonismo vital que la sustituyó en la vida de la siguiente generación de jóvenes. La película se estrenó el 12 de Junio de 2013, en el Crucible Theatre de Sheffield, ante una audiencia de más de mil personas. En la edición en DVD editada por el BFI, la película está acompañada por la música que se interpretó en directo esa noche.