Cortometraje: Un chico, un muro y un burro, de Hany Abu-Assad (4’, 2008)
Uno de los cineastas que más se ha ocupado de la situación en oriente medio es Hany Abu-Assad. Palestino con nacionalidad israelí, Abu-Assad nació en Nazareth en 1961 y emigró a Holanda en los años sesenta, donde trabajó como mecánico en el campo de la aviación. Se dio a conocer internacionalmente en 2003 con Paradise now, una cinta que reflejaba de manera minuciosa el día a día de unos terroristas suicidas palestinos. El año pasado presentó con éxito en el festival de Cannes Omar, una historia que incide en las relaciones entre Israel y palestina desde los dos lados del muro y que fue nominada como mejor película extrajera en la última edición de los Oscar.
Entre esos dos largometrajes, Abu-Assad rodó el cortometraje que presentamos: Un chico, un muro y un burro. Forma parte del proyecto Art for the World, creado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos con la ocasión de celebrar el 60 aniversario de la declaración universal de derechos humanos. Por ese motivo, las Naciones Unidas encargaron una serie de 22 cortometrajes realizados por directores de diversas procedencias, cada uno de ellos debería tratar acerca de uno de los puntos recogidos en la declaración. La aportación del cineasta palestino versa acerca del concepto de participación.
En el cortometraje, tres chavales de Cisjordania juegan a hacer una película con un burro, una pistola de plástico y unas cuantas escenas que podrían haber imaginado después de una sesión continua de Tarantino. Su imaginación va más lejos que sus medios, sin embargo: no encuentran una cámara con la que grabar el filme. Entonces, uno de los niños propone una solución que puede ser más peligrosa de lo que pensaban. Un chico, un muro y un burro es un viñeta que explora lo que ocurre cuando la inocencia infantil se adentra en las realidades más violentas de la región del mundo real, y en la que la violencia cinematográfica se enfrenta a la del mundo real.