domingo, 20 de julio de 2014

Banda Sonora: The Big Melt: How Steel Made Us Hard, de Jarvis Cocker y Martin Wallace, compuesta por Jarvis Cocker

Hace algo más de dos años, el British Film Institute y el festival de documentales  de Sheffield (Sheffield Docfest) propusieron a Jarvis Cocker la elaboración de un documental  acerca de la industria del acero en la ciudad. Se trataba de combinar las imágenes de archivo restauradas por el BFI  (viejas películas institucionales producidas en su mayor parte por la industria siderúrgica) con por una banda sonora creada para la ocasión por el  líder de Pulp. El BFI había hecho algo parecido un año antes con From The Sea To The Land Beyond, que recuperaba imágenes de archivo de la vida cotidiana en la Inglaterra costera para combinarlas con una banda sonora creada por la banda de Brighton British Sea Power. Cocker era una elección obvia al ser el músico más representativo de su ciudad, pero su relación con el pasado industrial de la misma era ambivalente. “Creciendo en Sheffield, es como si te metieran todo eso del acero por la garganta todo el tiempo” Sheffield, que fue conocida durante muchos años como “la ciudad del acero”,  tuvo durante gran parte del siglo XX un paisaje urbano dominado por las chimeneas de las acerías y el humo que desprendían. Durante los años treinta, George Orwell dijo de ella que era “la ciudad mas sucia del viejo mundo” Jarvis Cocker, que ahora tiene 49 años, creció en un momento en que la industria pesada se estaba desmoronando con estruendo. Para los jóvenes de su generación, el acero significaba un trabajo repetitivo y peligroso además de una industria altamente contaminante, mientras que para sus padres había sido, además de todo eso, la base de un sentido de comunidad. El Sheffield de Pulp es un lugar lleno de jóvenes que buscan ser independientes sin abandonar del todo la adolescencia, un lugar de citas nerviosas en habitaciones pequeñas y desordenadas con muebles de segunda mano. Los protagonistas de sus canciones nunca miraban hacia los obsoletos cascarones industriales que parecían un decorado cinematográfico abandonado; tampoco lo hacía el propio Cocker

Una imagen del documental
Quizá porque el músico tiene ahora una edad en la que comienza a cuestionar sus impulsos juveniles o a mirar con mayor interés el legado de sus mayores, decidió darle una oportunidad al proyecto. Y encontró la imagen que puso en marcha su imaginación al examinar un viejo material de 1901 en el que unos jóvenes hacen fila en el exterior de las oficinas de Parkgate Iron and Steel Co, en Rotherham, para recoger su paga. Los chavales no llegan a quince años y la mayor parte de ellos no debía de haber visto una cámara en su vida: se dirigen al artefacto con respeto, se peinan, alzan sus gorras. Pero uno de ellos simplemente mira de pasada a la cámara y alza hacia ella dos dedos en forma de V, un gesto que en Inglaterra es equivalente a nuestro dedo corazón alzado. Quizá fuese, después de todo, la primera vez en la historia que alguien mandase a la mierda a la cámara. Para Jarvis Cocker, supuso el descubrimiento de una muestra de la rebeldía juvenil que él conocía tan bien recorriendo de manera subterránea la historia industrial de su ciudad. “Pensé que quizá no tenía que tratar del acero, sino de la actitud de la gente, del espíritu” Así que decidió llamara a su colaborador Martin Wallace, a quien había conocido durante sus estudios en una escuela de cine en Londres (la carrera como cineasta de Jarvis Cocker quedó súbitamente interrumpida cuando, de manera inesperada, Pulp se convirtió en una banda de éxito a mediados de los noventa) para que se ocupase del apartado cinematográfico.

Jarvis Cocker & The Big Melt (Behind The Scenes) from sortoffilms on Vimeo.

Jarvis Cocker ensaya un arreglo de Voodoo Ray con la Unite The Union Band.
  
Pronto, la idea comenzó a tomar forma. El objetivo sería realizar una proyección con música en directo: la película estaría acompañada por una banda de cincuenta músicos, dirigida por Cocker, y de la que formarían parte algunos destacados miembros de la comunidad musical de Sheffield. Miembros de Pulp o The Human League, el guitarrista Richad Hawley y entidades locales, como el coro Sheffield Youth Choir y la banda Unite the Union (City of Sheffield) Band o el dúo de Dj’s  The Forgetmasters. La música estaría compuesta por una selección de piezas bastante ecléctica, entre ellas fragmentos de la banda sonora de la película de Ken Loach Kes (que a Cocker le recordaba el espíritu de rebeldía juvenil en la Inglaterra industrial), temas de bandas de la ciudad como Pulp y The Human League así como el éxito de acid jazz Voodoo Ray, de A Guy Called Gerald. Estaba claro que desde el principio el enfoque no sería convencional y los cineastas pretendía crear asociaciones más o menos libres en vez de seguir una estructura cronológica o didáctica precisa. Según Wallace, “después de pasar varios días viendo imágenes increíbles del BFI, unas pocas ideas clave comenzaron a formarse. Comencé a apreciar lo mucho que la producción masiva de acero había trasformado nuestro mundo en la primera mitad del siglo XX. Tanto si era empleado para la creación de maquinaria de guerra, gigantescas construcciones civiles o para facilitar los medios para la producción masiva de objetos, el acero ha creado una nueva clase de mundo, un mundo brillante y futurista, un mundo que ha roto para siempre con los modos de vida establecidos mucho antes del siglo XIX. Otras imágenes, tomadas dentro de las acerías y los hornos, tiene de alguna manera proporciones épicas y connotaciones fáusticas: imágenes que conjuran grandiosas óperas vulcánicas o secretos procesos alquímicos. Más que nada, quedé sobrecogido por los rostros que se contemplaban aquí y allá: gente corriente para la que la producción de acero se había convertido sin duda en un modo de vida, una vida dura, pero que sostenía a comunidades enteras durante varias generaciones.” 

La película parte de imágenes producidas por la propia industria, imágenes destinadas a exaltar la modernidad de las factorías y su importancia, mostradas desde una posición de autoridad. Hay películas de animación que muestran gráficamente el proceso de fusión del acero. Hay un fragmento épico que muestra la construcción del Tyne Bridge, siluetas humanas moviéndose sobre el alambre mientras se alzan los pesados bloques de metal. Otras imágenes recuerdan la presencia del acero en la vida cotidiana, desde los instrumentos de metal hasta las cuchillas de unos patines o el banco en el que se sientan unos enamorados. Gran parte de la película utiliza un material impregnado del glamoroso futurismo de posguerra, con escenas de la vida cotidiana reelaboradas impecablemente en estudios cinematográficos, las siluetas marcadas mediante el contraluz. Pero los cineastas vuelven su atención con frecuencia a las personas que trabajan en esas fábricas: cuando están en su trabajo, rodeados de material incandescente o maquinaria pesada, pero también fuera de él, cuando se reúnen en las tabernas y en los bares. “Creo que al hacer la película, entendí por qué la gente bebe mucho más de lo que lo hacen en el sur.” – Dice Cocker“Parte tiene que ver con la deshidratación, pero después de estar haciendo eso todo el día, tienes que tener una sensación de derrumbe. Y quizá está también lo del ruido. Primero, todo el mundo estaba sordo, y después, estabas expuesto a sonidos muy extremos. Sheffield siempre ha sido una ciudad de graves extremos. Tiene que ter algo que ver. Esa clase de cosas forman lo que eres. Puede que no aprecies un sonido grave si no lo has oído. Pero si lo has escuchado resonar por toda la ciudad por la noche, piensas: “Esto es interesante, hagamos algo con esto”. 

Un momento de la proyección con música en directo
Jarvis Cocker dirigiendo a los músicos
  Los sonidos rítmicos y graves tiene el efecto de transportarnos al interior de una planta siderúrgica, con su cadencia mecánica y estridencia envolvente, pero su origen la música electrónica que comenzó a aparecer por las discotecas del área industrial de Inglaterra cuando las fábricas comenzaban a cerrar sus puertas. Manchester se había rebautizado como Madchester y Tony Wilson funda una discográfica llamada Factory para contrarrestar de alguna manera el hecho de que tantas factorías de verdad estén cerrando sus puertas. Los viejos edificios industriales, ahora abandonados, se convierten en escenarios clandestinos de la cultura rave: vuelven a estar llenos, durante algunas noches, de ruidos mecánicos y repetitivos y de jóvenes frenéticos cubiertos de sudor. ¿Es solamente casualidad o hay algún movimiento cultural subterráneo que conecta estos dos acontecimientos? ¿Es el hedonismo de la cultura rave una respuesta ante la desaparición del trabajo manual, ante la conversión de la economía en una corriente abstracta?

    Wallace: “Teníamos imágenes de los años 80, y gran parte de la maquinaria utilizada tiene el mismo aspecto pero los mecanismos de control han sido automatizados. Es bueno en un sentido, porque la gente no se está cayendo todos los años en calderas de metal hirviendo, y sufriendo terribles heridas, pero también está la conclusión inevitable de esta clase de avances: dejan a la gente fuera de la ecuación. Así que tienes comunidades que durante varias generaciones han sentido gran orgullo de trabajar en las fábricas que se quedan sin oficio. Ya no hay mucho futuro para amplios segmentos de esa población.  Como digo, es inevitable, pero también hay una sensación de pérdida en ello. Una cosa es querer romper con las expectativas de tu comunidad, pero si no hay trabajos en la industria del acero, ese es un lujo que la próxima generación no va a poder permitirse. Hay un conflicto con esa vida que aparece como un futuro prescrito, pero luego, en la era actual, cuando ya no existe, las cosas se vuelven más segregadas, con menos sentido, dado que tu estás haciendo una cosa y tu vecino está haciendo otra. Así que ahí hay una pérdida que tenemos que reconocer.”

The Big Melt no es una historia de la clase obrera de Sheffield ni un documental acerca de la importancia de la industria del acero. Es un recorrido personal por la cultura de un lugar determinado por una industria ahora desaparecida. Jarvis Cocker comienza desde el rechazo que le provoca el pasado industrial de Sheffield, que en su juventud constituía un camino vital prefigurado ante el que rebelarse y que ahora contempla con cierta nostalgia como una fuente de vínculos perdidos. En el camino, ha encontrado muestras de rebeldía juvenil en el pasado industrial y huellas de la vida industrial en el hedonismo vital que la sustituyó en la vida de la siguiente generación de jóvenes. La película se estrenó el 12 de Junio de 2013, en el Crucible Theatre de Sheffield, ante una audiencia de más de mil personas. En la edición en DVD editada por el BFI, la película está acompañada por la música que se interpretó en directo esa noche.