T.O.: عمر
DIR: HANY ABU-ASSAD
INT: ADAM BAKRI, WALEED ZUAITER, LEEM LUBANY
PALESTINA, 2013, 96'
Anunciada como la primera película con financiación completamente Palestina, Omar es un tenso thriller sobre un joven panadero de Ramala atrapado en un complejo nudo de fidelidades y traiciones que se desarrollan a ambos lados del muro emplazado entre la ciudad cisjordana y Jerusalem. El protagonista trepa a diario por el muro para ver a su novia, Nadia, la hermana menor de su amigo Tariq. Durante sus idas y venidas por la frontera, recibe cotidianas humillaciones por parte de los soldados y algún disparo rebota a centímetros de su piel cada vez que sube el muro. Omar, Tariq y otro amigo llamado Amjad forman parte de una unidad de guerrilla y hacen prácticas de tiro: pronto pondrán en marcha una emboscada a un destacamento militar que acabará con la vida de un soldado. Unos días después, Omar se prepara para el difícil trago de hablarle a Tariq acerca de sus relaciones con Nadia cuando la policía interrumpe la escena. Las calles de Ramala vuelven a convertirse en un laberinto frenético que perseguidores y perseguidos tratan de recorrer con diversa fortuna.
Adam Bakri y la debutante Leem Lubany |
Finalmente, Omar es capturado. Después
de ser torturado en la cárcel y de que se le arranque una dudosa confesión
mediante engaños, Omar es acusado del asesinato del soldado y se enfrenta a la
posibilidad de pasar el resto de su vida en la cárcel. Entonces aparece el
agente Remi, un afable miembro de los servicios secretos que interpreta el
papel de poli bueno. Le ofrece la posibilidad de trabajar para ellos, entregar
a Tariq. Remi está informado acerca de sus amoríos con Nadia y ofrece a Omar
una salida para poder volver a ver a la muchacha. Omar acepta, vuelve a
Palestina e informa de todo ello a
Tariq, pero a partir de entonces él mismo estará bajo sospecha, y la
posibilidad de que alguien muy cercano también esté colaborando con las
autoridades de Israel se hace cada vez más presente. La relación con Nadia se
verá mezclada con esta situación, en la que todos e vuelve susceptible de
convertirse en moneda de cambio en un juego de lealtades y traiciones.
La película muestra a los personajes en un laberinto de traiciones
Hany
Abu-Assad logró con su película Paradise Now (2005) la primera nominación para
el cine palestino en los Oscar (una distinción que ha vuelto a repetir con Omar
en la pasada edición) Si Paradise Now era un estudio psicológico que observaba
el comportamiento de dos jóvenes durante el proceso que les llevaba a
involucrarse en un atentado suicida, Omar es una cinta de suspense que se
sostiene dramáticamente con independencia del interés que suscite la situación de
los territorios ocupados de oriente medio. Entre estas dos cintas, Abu-Assad
dirigió la película de acción The Courier, un vehículo para Mickey Rourke que,
si bien resultó ser un fracaso tanto comercial como creativo, demostró el
interés del director en el cine más físico y dinámico. Tras conocer que su
primera incursión en Hollywood iba a ser distribuida directamente en video,
Abu-Assad relata cómo se encerró durante cuatro días para escribir el guión de esta
película, un retorno a los lugares que mejor conoce. Omar es un relato de
espionaje conciso y dinámico, rodado con vigor y con un gran sentido de la economía
dramática. Las persecuciones, las emboscadas, los interrogatorios no solamente
son escenas que hacen avanzar la trama, sino que exploran el efecto que estos
actos dejan en los personajes.
Waleed Zuaiter |
Gran parte
de la sensación de autenticidad que transmite la película se debe a los
actores. Adam Bakri, en el papel de Omar, sabe crear un papel complejo, tan
vulnerable emocionalmente como con capacidad para la violencia. El actor
debutante es hijo del intérprete Palestino Mohammad Bakri y ha estudiado en el
prestigioso instituto Lee Strasberg de Nueva York. Por su parte, el agente Rami
está interpretado por Waaled Zuaiter, un veterano actor que creció en Kwait y
al que has podido ver en películas como Los hombres que miraban fijamente a las
cabras, The Visitor o Sexo en Nueva York 2. Zuaiter crea un manipulador ambiguo
que se manifiesta de manera más inquietante cuando juega la carta de la
cercanía emocional con Omar. Zuaiter, además, utilizó su experiencia como actor
en Hollywood para poder completar la financiación de la película. El resto del
reparto se nutre principalmente de actores no profesionales. Entre ellos, destaca
el descubrimiento de Leem Lubany, la joven de 18 años que interpreta a Nadia
con notable naturalidad. La química que se desprende de las escenas entre ella
y Omar hace posible que la parte sentimental de la película no se pierda entre
la intensidad de la intriga de espionaje.
El punto de
vista palestino se evidencia a través de la manera en que se reflejan las
situaciones: la película dedica parte de su metraje a mostrar las situaciones
absurdas que provoca la ocupación en la vida cotidiana de los personajes, con
el muro como un obstáculo arbitrario separando a los vecinos y la presencia
humillante de los soldados marcando el día a día. Omar no se detiene tampoco
demasiado en las escenas de tortura o violencia, a ambos lados del muro. Los
interrogatorios, sean los de los servicios secretos de Israel o los de los
propios palestinos intentando descubrir a un infiltrado entre los suyos, se
reflejan con eficacia profesional, sin recrearse en la violencia. Los
personajes tampoco piensan demasiado en ella, se trata de un elemento habitual
en el entorno en el que viven. Para Abu-Assad, la violencia de los palestinos
está justificada por su condición de pueblo ocupado, pero la película no se
convierte en un panfleto porque lo que le interesa al director es el precio que
se tiene que pagar por formar parte de una resistencia. Parte de ese precio
tiene que ver con las consecuencias personales, físicas o de otra clase. Pero
lo más importante es la manera en que la violencia se infiltra en todos los
aspectos de la vida, desde las relaciones con los amigos de la infancia hasta
la posibilidad de tener una pareja, introduciendo la desconfianza en la misma
intimidad.
En alguna
entrevista, el director ha afirmado que la ira es un ingrediente que forma
parte de la puesta en escena. La ira se refleja en sus imágenes a través de los
cortes rápidos que muestran a los personajes ya en movimiento, como si estuvieran
continuamente preparados para la persecución o la huida; o la tensión provocada
por la manera en que cada escena puede interrumpirse en cualquier momento por
un acto de violencia. La ira es también el motor dramático que impulsa la
decisión de Omar de abrazar la violencia, pero la película se desarrolla al
tiempo que muestra no solamente como el sentimiento de ira se transforma en
violencia, sino como esta se extiende en espiral hasta volverse incontrolable.
De esta manera, la resolución, que surge de manera inesperada, solo puede ser un
acto violento que se convierte en autodestructivo, como si, una vez puesto en
marcha el mecanismo de revanchas y represalias, este no pudiese ser detenido de
otra manera más que con un acto de destrucción mutua.