T.O: ΑΛΠΕΙΣ
Dir: Giorgos Lanthimos
Int: Aggeliki Papoulia, Ariane Labed, Aris Servetalis
Grecia, 2011, 96'
De un tiempo a esta parte, el duelo por la muerte de los seres queridos se ha convertido en uno de los motores principales de la dramaturgia cinematográfica. En “Los descendientes”, uno de los grandes éxitos de este año, por ejemplo, George Clooney cuida de su mujer, que se encuentra en un coma irreversible, a la vez que se da cuenta de que quizá no la conocía demasiado. Los viudos o viudas jóvenes son legión en las pantallas actuales, por no hablar de los padres que tratan de superar la muerte de un niño. Desde luego, no se trata de que la mortalidad infantil o juvenil haya aumentado en las regiones de occidente donde se ambientan esas películas, más bien al contrario. La experiencia del a muerte a edades tempranas se ha convertido en algo cada vez más raro.
Dir: Giorgos Lanthimos
Int: Aggeliki Papoulia, Ariane Labed, Aris Servetalis
Grecia, 2011, 96'
De un tiempo a esta parte, el duelo por la muerte de los seres queridos se ha convertido en uno de los motores principales de la dramaturgia cinematográfica. En “Los descendientes”, uno de los grandes éxitos de este año, por ejemplo, George Clooney cuida de su mujer, que se encuentra en un coma irreversible, a la vez que se da cuenta de que quizá no la conocía demasiado. Los viudos o viudas jóvenes son legión en las pantallas actuales, por no hablar de los padres que tratan de superar la muerte de un niño. Desde luego, no se trata de que la mortalidad infantil o juvenil haya aumentado en las regiones de occidente donde se ambientan esas películas, más bien al contrario. La experiencia del a muerte a edades tempranas se ha convertido en algo cada vez más raro.
De hecho, la muerte está cada vez
más aislada de la experiencia cotidiana, lo que quizá ayude a amplificar su
impacto dramático, como si fuera en realidad algo sobrenatural, de otro mundo.
En el siglo diecinueve, un novelista podía despachar con un simple párrafo la
muerte de un personaje del que había venido hablándonos durante cientos de
páginas: se trataba simplemente de un suceso más. Durante el siglo veinte, la
muerte de un personaje era más un aspecto de la estructura de la película que
un acontecimiento con valor dramático en si mismo: muertes que servían para
cerrar una historia, o para servir de detonante al enfrentamiento final. En “Rebelde sin causa”, por ejemplo, resulta
bastante desconcertante que el personaje de Natalie Wood se enamore de James
Dean apenas unas horas después de la muerte de su novio, sin ningún proceso de
duelo. Si, es una tragedia griega, con su unidad de tiempo y lugar que obliga a
que todo se desarrolle en un solo día, pero aún así resulta confuso, como si la
muerte del personaje secundario no tuviese ningún valor dramático más que
despejar el terreno al protagonista.
Aris Servetalis |
En “Alps”, el duelo no sólo
supone un elemento dramático, sino también una oportunidad de negocio. Cuando
la enfermera interpretada por Aggeliki Papoulia consuela a los padres de una
adolescente fallecida en un accidente de tráfico, les dice que la muerte no
tiene por que ser el fin sino el principio de algo mejor. No les está
ofreciendo consuelo espiritual ni hablando del más allá, en realidad, les está
anunciando los servicios de una especie de empresa secreta de la que forma
parte junto a un conductor de ambulancias, una gimnasta y su entrenador. Los
Alpes, como se hacen llamar, (“Nadie puede sustituir a los Alpes, pero los Alpes
pueden sustituir a cualquier montaña”, dice su líder, Mont Blanc) suplantan a
las personas fallecidas para que sus seres queridos puedan sobrellevar la
situación. Un par de horas a la semana será suficiente, asegura la enfermera. No
les faltan clientes: personas que han perdido amigos, maridos, amantes les
contratarán para repetir sus rutinas, quizá para que sus días estén menos
vacíos por ello.
Ariane Labed |
En sus horas de trabajo, los Alpes escenifican escenas frecuentemente monótonas de la vida cotidiana, para unos seres queridos que interactúan con ellos con la misma intrascendencia con la que debieron vivir esas escenas en su momento. Hay algún momento de pasión, algún escándalo, pero en general parece como si la presencia de esas personas sirviese únicamente para llenar el tiempo, continuar unas rutinas que se vieron inesperadamente interrumpidas. La información que necesitan para construir su simulacro es igualmente escasa y superficial. ¿Cuál era su actor favorito? ¿Qué tipo de música le gustaba bailar? ¿Cuál era su comida favorita? Con dos o tres de esas preferencias y alguna manía especialmente característica construyen la ilusión.
La enfermera intenta hacerse amiga la tenista adolescente para suplantarla mejor cuando muera. Una muestra del absurdo de la película
Los Alpes son medianamente
profesionales en su tarea, pero la enfermera lleva su dedicación un paso más
allá. Se encapricha con la joven tenista que fallece al principio de la
película, hasta el punto de suplantarla sin comentarlo al resto del grupo.
Transgrede otra de las reglas al mantener relaciones íntimas con un cliente que
llora la muerte de su amante. Encuentra una especie de realización personal en
el hecho de repetir de manera casi mecánica frases pronunciadas por muertos, en
utilizar objetos cotidianos como fetiches: una muñequera de la suerte parece
ser el objeto mágico que la convierte en la tenista adolescente. Quizá porque
su vida cotidiana es tan mecánica y banal, tan poco auténtica incluso.
Lanthimos y la actriz Aggeliki Papoulia llevan la situación de este personaje a
una resolución coherente con el absurdo de su planteamiento.
Si la película juega con el público,
desconcertándole, creando falsas expectativas y tratando de sorprenderle en cada
nueva escena es porque sus responsables proceden del teatro, concretamente de
ese tipo de teatro que a menudo amenaza con traspasar la cuarta pared. Es un cine de guión, en el que el
trabajo de Efthymis Filippou como co-guionista junto a Lanthimos resulta
fundamental. En “Canino”, se redefinía el lenguaje para revelarlo como una
construcción convencional (un zombie era una pequeña flor amarilla), ahora las
situaciones más cotidianas son reconstruidas hasta convertirse en algo extraño
y absurdo. Al contrario que muchas películas que basan su atractivo en partir
de un planteamiento original o extraño, en “Alps” Lanthimos y Filippou no se
quedan con el planteamiento y lo desarrollan hasta el final, lo que es uno de
sus principales méritos.