INT: JULIANNE MOORE, MIA WASIKOWSKA, JOHN CUSACK, ROBERT PATTINSON
CANADA, 2014, 111'
Existe todo un subgénero literario conocido como “la novela de Hollywood”, que se dedica a explorar las tragedias y farsas que ocurren en esa colina de Los Ángeles que hace más o menos un siglo se convirtió en el epicentro del mundo del espectáculo. Sin embargo, Bruce Wagner es el único escritor que ha dedicado la mayor parte de su obra a explorar ese peculiar subgénero. Wagner, cuya única novela traducida al castellano es El palacio del crisantemo, se caracteriza por investigar las vanidades de la industria de los sueños a través de un estilo que oscila entre el costumbrismo y la sátira, además de una prosa caracterizada por afilados diálogos llenos de jerga del showbiz. Sus personajes no son tanto las grandes estrellas sino los satélites que se mueven a su alrededor. Son los hijos sin talento de las estrellas, los terapeutas, abogados, aspirantes a actores que trabajan como camareros o conductores de limusinas, gurús de autoayuda, agentes, asistentes, en general los cuerpos menores de la constelación cinematográfica. Las novelas de Wagner pretenden ofrecer el punto de vista de un insider, y están llenas de referencias a figuras reales, de manera que una reseña reciente se atreve a aventurar que “ser mencionado en una novela de Bruce Wagner se convertirá en un símbolo de estatus en Hollywood”.
Mia Wasikowska |
La mayor parte de los personajes de Maps to the Stars conviven con la presencia de fantasmas. Havana Segrand (Julianne Moore) recibe la visita del joven espíritu de su madre, una legendaria actriz fallecida muchos años atrás. Havana sueña con interpretar el papel que convirtió a su madre en una estrella en el remake del clásico “Aguas robadas”. El actor infantil Benjie Weiss (Evan Bird), estrella de la franquicia Bad Babysitter, se verá acechado por el fantasma de una niña, enferma terminal, a la que visitó en el hospital a modo de artimaña publicitaria. Mientras tanto, una misteriosa joven llamada Ágatha (Mia Wasikowska), que cubre casi por completo su cuerpo recorrido por viejas quemaduras, vuelve a Hollywood tras abandonar el hospital psiquiátrico en el que estaba internada. Su presencia se convertirá en una aparición fantasmal para quienes creían haberla apartado de sus vidas, entre ellos algunos de sus familiares más cercanos. Por supuesto, todas esos personajes cruzarán sus trayectorias en más de una ocasión, creando un tapiz de relaciones de consecuencias verdaderamente imprevisibles.
Maps to the Stars parece la versión recortada de una interminable serie de sobremesa, un culebrón repleto de interiores lujosos, retorcidos conflictos familiares, vestuario glamouroso y revelaciones dramáticas. La película avanza sin dar demasiada importancia a nada de eso, como si los giros argumentales que se suceden a cada escena fueran simplemente elementos de la vulgaridad cotidiana, a los que nadie da demasiada importancia. Los actores interpretan con discreta corrección cada revelación de incesto, cada acto de piromanía, cada estallido de violencia inesperada, como si no fueran algo con lo que se enfrentaran todos los días. La puesta en escena es discreta, casi convencional. David Cronemberg se ha ganado una fama de cineasta inquietante no solamente gracias a su predilección por los temas más perturbadores, sino por su mirada fría y alejada, que convierte los elementos más atroces en algo perfectamente cotidiano. Su cine se parece en ese sentido a la pintura de Magritte, en la que la sencillez del trazo amplifica la sensación de extrañeza que nos provocan sus figuras. La sencillez expresiva le sirve a Cronemberg para efectuar continuos cambios de tono, algo en lo que es sin duda un maestro. Durante todo su metraje, Maps to the Stars navega por una atmósfera de incertidumbre, en la que lo que al principio parece una sátira divertida puede convertirse en un melodrama, y el terror o el surrealismo pueden aparecer en cualquier momento.
Evan Bird es la estrella infantil Benjie Weiss |