INT: PHILIP SEYMOUR HOFFMAN, RACHEL MCADAMS, NINA HOSS.
EEUU-GB, 2014, 122'
El éxito durante más de seis décadas del novelista de espionaje John Le Carré se debe a que sus obras no se centran tanto en los aspectos de política internacional ni mucho menos en la pura acción, sino que giran acerca de los conflictos morales que se disputan en esas zonas grises en las que imperan conceptos resbaladizos como la razón de estado y el mal menor. Sus protagonistas son individuos cuyo trabajo sucio y secreto, que supuestamente llevan a cabo en beneficio de la sociedad, ataca los principios mismos en que ésta se sustenta. A estos funcionarios de los servicios secretos las cuestiones morales no les dejan indiferentes, y sufren en su cuerpo y en su espíritu la lenta corrosión provocada por las implicaciones éticas de sus decisiones.
Desde el principio de su carrera el cine ha buscado material en las obras del escritor británico, y aunque el resultado de las adaptaciones es desigual, Le Carré no tiene demasiado derecho a quejarse de su filmografía (aunque por supuesto, se ha quejado): cintas como El espía que surgió del frío (1965) o El topo (2011) están entre las mejores películas de espías que se hayan producido nunca (Mención de honor para la versión televisiva de El topo producida por la BBC en 1979). La caída del muro de Berlín supuso, desde luego, un grave inconveniente para su carrera: sus obras perdieron la nítida simbología y el dramatismo inherente a la guerra fría para diluir sus conflictos morales en una época más vaga y menos definida, mucho más complicada de explicar y poco propicia a la simbología. Aún así, el novelista ha persistido en su empeño de relatar las zonas grises de esta nueva era de empresas transnacionales, capitalismo opaco y terrorismo islámico. En El hombre más buscado, publicada en 2008, la trama toma como punto de partida un insignificante episodio de la llamada “guerra contra el terror” que tiene lugar en Hamburgo a finales de la primera década de este siglo.
Philip Seymour Hoffman, en su última interpretación. |
Nina Hoss |
Corbijn emplea el método de seguir con la cámara al hombro a los personajes para crear la impresión de cercanía y de intimidad. No se olvida de la importancia del entorno: es un Hamburgo invernal, de calles húmedas y adoquinadas y en las que los neones de los sex shop y los anuncios con famosas modelos se reflejan en los cristales húmedos de los coches desde los que los espías vigilan a sus objetivos. La ciudad europea está reflejada de una manera táctil, sensorial: desde los sucios rincones bajo los puentes donde que viven los sin papeles hasta las asépticas salas de reuniones de los altos funcionarios. (Esta autenticidad compensa algo la extrañeza de que los personajes hablen en inglés con acento alemán). Quizá convenga recordar que fue en Hamburgo dónde, a principios de los años sesenta, John Le Carré trabajó durante unos meses como diplomático y espía.
Philip Seymour Hoffman (Izquierda) junto al escritor John Le Carré (Derecha), en su cameo en el filme. |