Dir: Kenneth Lonnergan
Int: Anna Paquin, J. Smith- Cameron, Mark Ruffalo, Matt Damon
EEUU, 2011, 149'
¿Es Margaret la película de culto
de esta temporada? Rodada en 2005, se trata de la segunda película dirigida por
Kenneth Lonnergan, uno de los dramaturgos más prestigiosos de Estados Unidos en
las dos últimas décadas. Lonnergan había tenido un éxito modesto con su debut
en el cine, Puedes contar conmigo (2001), y para su segunda película había
elevado la apuesta: el guión, cuya escritura le llevó dos años, pretendía
tomarle el pulso a la ciudad de Nueva York tras el trauma de los atentados
terroristas del once de septiembre, navegando por temas como la culpa, el
duelo, y la incomunicación urbana. Con un reparto que incluía a Anna
Paquin, Matt Damon, Mark Ruffalo y
Mathew Broderick, se convirtió en una de las películas más esperadas del
momento. Pero el proceso de montaje se convirtió en una experiencia
interminable y amarga, y la película ha tardado finalmente más de seis años en
ver la luz.
Lonnergan poseía por contrato el
control completo de la película mientras el metraje no superase los 150
minutos, pero después de un proceso de edición excepcionalmente largo presentó
un montaje de más de tres horas de duración. El financiero Gary Gilbert, quien
aportaba la mitad del presupuesto
de la película, no estaba
satisfecho con esa versión, mientras tanto, Lonnergan seguía encerrado en la
sala de montaje sin ser capaz de encontrar la forma de acortar la cinta. El
conflicto escaló hasta convertirse en algo personal: Gilbert contrató a Dylan
Tichenor, el montador de Brokeback Mountain, para que elaborase una versión
de dos horas de metraje: Lonnergan se negó a que se estrenara con su nombre.
Para cuando Lonnergan consiguió reducir la película a las dos horas y media
estipuladas, la película ya era el objeto de varias demandas por incumplimiento
de contrato que aún no se han resuelto.
Finalmente, Fox Searchlight
estrenó la película en dos cines a finales de 2011, un estreno meramente
simbólico que demostraba una confianza casi nula en la película. Pero cuando
parecía que Margaret iba a pasar al olvido con facilidad, un grupo de críticos y cinéfilos se
movió por Internet reclamando a la distribuidora que le diese mayor difusión,
incluso que elaborase una campaña para que pudiese aspirar a alguna nominación
al Oscar. A pesar de no lograrlo, Margaret se convirtió en una de las películas
más discutidas de finales de 2011, un inesperado succès d’estime. Sus defensores encontraron en ella una ambición
difícil de encontrar en el cine norteamericano reciente, incluido el sector
independiente. Lonnergan plantea el estudio de un personaje, la adolescente
Lisa Cohen, sin ninguna concesión a las simpatías del espectador, sin buscar la
identificación de nadie; y lo sirve a través de unas interpretaciones de una
naturalidad cuidadosamente modulada, fruto de su experiencia en el escenario.
Anna Paquin |
Lisa (una impresionante Anna
Paquin pre True Blood, tan convincente como chica de instituto a sus 24 años
que a veces nos parece estar
viendo sus hormonas en acción) es una adolescente neoyorkina que se ve involucrada
en un lamentable accidente, causando de manera involuntaria la muerte de una
mujer. Mientras busca por Broadway un sombrero de cowboy, ve a un conductor de
autobús (Mark Ruffalo) que lleva uno exactamente igual al que quiere. De manera
bastante irresponsable, comienza a hacerle señas y a seguir al autobús en
marcha, de manera que Ruffalo se salta un semáforo en rojo y arrolla a la
mujer. Un flirteo sin consecuencias se convierte en una tragedia, y a Lisa le
asaltan sentimientos de culpa, y la clase de angustia que sobreviene ante los
acontecimientos que es imposible comprender.
Después de mentir a la policía
sobre el accidente, se queda perpleja ante el hecho de que la vida de la ciudad
continúe de manera indiferente ante una tragedia inexplicable. De modo que
transfiere la culpa hacia el conductor de autobús y se involucra en la vida de
la única persona cercana a la fallecida, con la que intenta poner en marcha una
demanda para que la compañía despida al conductor. Durante todo este proceso,
Lisa se mostrará como una narcisista desesperada ante la creciente sospecha de
que el mundo no es un escenario dispuesto para su propio melodrama. Eso la
convierte en alguien tan vulnerable como destructivo: sus desesperados intentos
por lograr algún tipo de contacto con los demás se convertirán en escenas en
las que jugará con los sentimientos de los otros sólo para demostrarse a sí
misma que puede hacerlo, que es capaz de dejar alguna huella en el mundo que la
rodea, aunque sea mediante la crueldad. Su profesor de matemáticas, Matt Damon,
tendrá buena prueba de ello cuando se presente en su casa para seducirle con su
vulnerabilidad, simplemente para saber que puede meterle en un lío si quiere.
“Solo se trata de sexo, nos vemos en clase”, le dirá ella, al marcharse, con
una esforzada indiferencia.
Mientras que la película logra
sus mejores momentos gracias a la intensidad de sus intérpretes ( la escena de
la confrontación entre Anna Paquin y Mark Ruffalo es poderosa; al igual que los enfrentamientos entre
la protagonista y J. Smith-Cameron, que interpreta a su madre) las secuelas de
un montaje complicado se notan con frecuencia. Margaret tiene un ritmo
desigual, las escenas se suceden unas a otras de manera algo atropellada, a
menudo terminando inesperadamente. Personajes que parecen importantes
desaparecen de escena sin avisar, otros reaparecen cuando ya no se les espera. Es
difícil saber qué parte del problema corresponde a un montaje inadecuado y qué
parte corresponde a los esfuerzos de un dramaturgo por tomar las riendas de la
narración cinematográfica, un medio que no domina por completo; pero Margaret
es una película que funciona a través de momentos de gran intensidad más que como una obra completa y
lograda.
La presencia de la ciudad domina las escenas |
Lonnergan tiene la ambición de
hacer una película neoyorkina, registrar el estado de ánimo de una ciudad
herida. El énfasis en el entorno es bastante notorio: abundantes planos del
skyline, panorámicas por edificios reconocibles. Hay escenas que se desarrollan
en lugares tan famosos como Broadway o Central Park; a veces, en mitad de una
escena, la cámara retrocede para que el paisaje urbano que rodea a los personajes tome más
presencia en el encuadre que ellos, los edificios de ladrillo naranja
oscurecidos por el tiempo, las calles de varios carriles con aceras atestadas
de transeúntes veloces y esquivos. A menudo, el director nos muestra a su
protagonista perdida entre la marea de gente que la rodea, un cuerpo más entre
la multitud que se dispone a cruzar de acera. Su historia no es más que una
entre miles, a pesar de eso, Lonnergan se muestra convencido de que resulta
representativa de su época, del dolor sordo por la tragedia absurda que
reverbera en los rincones de su ciudad.