El animador estadounidense Don Hertzfeldt se ha convertido, indiscutiblemente, en una figura de culto. No es casualidad: Hertzfeldt lleva más de dos décadas elaborando artesanalmente unos cortometrajes de animación que poseen un estilo inconfundible, algo que le ha convertido en el director que más veces ha aparecido en la sección oficial del festival de Sundance. Reconocerás un cortometraje de Hertzfeldt con solo ver un par de fotogramas. Sus personajes son monigotes trazados con lápiz sobre el papel, monigotes con palitos por piernas y brazos, con un círculo como cabeza. Sus historias combinan el humor negro y el absurdo con una sorprendente inquietud existencial. Porque sus monigotes son esquemas de personas que podrían ser, en el fondo, cualquiera de nosotros. El trabajo de Hertzfeldt ha ido alcanzando cada vez más profundidad con el paso de los años, y también ha ido afinado su capacidad para extraer la mayor variedad posible de recursos expresivos a partir de unos trazos aparentemente rudimentarios. Su cortometraje más conocido quizá sea Rejected, una película que fue nominada al óscar al mejor corto de animación en el año 2000. Everything Will Be Ok, el corto que presentamos, inició una trilogía que más tarde se reunió en el largometraje It’s Such a Beautiful Day, aunque tiene pleno sentido como pieza independiente.
Su protagonista, Bill, es un hombrecillo de vida gris que comenzará a sufrir roces inesperados con la existencia, roces que le llevan a cuestionarse su posición dentro del cosmos. El tema se vuelve más grave cuando su condición de mortal se revela de manera física, a través de un incierto malestar que se apodera de su cuerpo y de sus pensamientos. Como suele ocurrir en estos casos, la enfermedad dota de una poderosa resonancia trascendental a los momentos más cotidianos, aunque Bill sea consciente de que es una criatura demasiado insignificante para entender lo que el está pasando. “El minimalismo de los personajes, en retrospectiva, proporciona un lugar en el que te puedes proyectar a ti mismo. – Opina Hertzfeldt - Creo que muy fácil relacionarse con un personaje simple y he aprendido esto animando a Bill en estas tres películas. El es el más mínimo de todos los personajes mínimos. Es solamente un círculo con un par de puntos y un par de líneas, y extraer una interpretación de eso es muy difícil, porque literalmente estás animando con menos. Me he convencido de que si uno de los pequeños puntos que son los ojos, por ejemplo, está un milímetro a este lado o un milímetro a este otro, su expresión cambia por completo, y cada línea, cada punto de repente se convierte en crucial. Cada pequeño matiz de una línea se ve magnificada porque es todo lo que tienes para trabajar y para mostrar si un personaje está pensativo, reflexivo o temeroso, y ha sido necesario mucho cuidado para trabajar de esta manera”
El cuidado de Hertzfeldt se hace visible a través de la meticulosidad de sus métodos artesanales: dos viejas cámaras verticales de animación que filman, una tras otra, las fichas de cartulina que componen cada uno de los fotogramas. Es un proceso enormemente delicado sobre todo para un artista que es conocido por una estética aparentemente descuidada y simple. En los últimos años, Hertzfield se ha pasado a la animación digital para su reciente y celebrado World of Tomorrow (Considerada una de las mejores películas del último festival de Sundance) y planea realizar un largometraje más tradicional, con un equipo de animadores a sus órdenes en vez de su tradicional proceso solitario. Lo que quiere decir que en el futuro oiremos hablar aún más de Don Hertzfeldt. De momento, este cortometraje resulta ideal para introducirse en su obra. Aparentemente tosco, dramáticamente denso como una película de Bergman o Tarkovsky, Hertzfeldt demuestra aquí su habilidad para expresar el malestar cotidiano de la existencia a través del humor.