Director: Mike Mills
Intérpretes: Ewan McGregor, Christopher Plummer, Melanie Laurent
EEUU, 2011, 105'
Esta es una comedia tal y como son en 2011. No porque haya muchas películas parecidas, sino porque todo el ella señala a la época en la que se estrena. Es triste y divertida, tiene un tono de fábula subrayado por el registro visual cercano al comic con el que se nos retrata a los personajes y los escenarios, esta poblada por personajes solitarios y depresivos, aunque increíblemente atractivos y fotogénicos, y la música (indie) sobrevuela casi todas las escenas, intentando elevar nuestro ánimo cuando la enfermedad, la muerte y el duelo son lo que aparece en pantalla. Quiere ser sincera y a la vez cool, combinar la cercanía con el distanciamiento, y la manera en la que triunfa y fracasa, alternativamente, en ese empeño es bastante representativa de la manera en que nuestra época negocia con sus propias emociones.
La película comienza cuando Oliver Fields (Ewan McGregor), un dibujante de treinta y ocho años, tira a la basura las pertenencias de su padre, quien acaba de fallecer. Cinco años antes de su muerte, Hal Fields (Christopher Plummer) decidió salir del armario. Había estado casado durante cuarenta y cuatro años con Georgia, la madre de Oliver, y sólo tras la muerte de ésta, y a sus setenta y cinco años, decidió hacer pública su homosexualidad. Oliver, que tiene una preocupante tendencia a la soledad, contempla los esfuerzos de su padre por dar un giro a su vida y aprovechar todo el tiempo que la vida le ofrezca con una mezcla de sorpresa, curiosidad y afecto.
Ahora, en pleno proceso de duelo, Oliver tendrá que arreglar unas cuantas cosas respecto a su propia vida. En ese momento aparece Anna (Melanie Laurent), una actriz francesa de vida errante a la que conoce en una fiesta y de la que acaba enamorándose, Pero las cosas no son tan sencillas, y ambos tendrán que buscar la manera de formar un vínculo que les una de manera a menudo cómica, a menudo dolorosa. “Principiantes” navega entre tres tiempos: el presente en el que Oliver intenta rehacer su vida, los últimos años de la vida de su padre y la infancia del protagonista, en los años setenta, en la que vemos su relación con su madre.
Hay una relación presente en la película entre las edades de la vida y las épocas de la historia, en el que la época que uno atraviesa resulta tan determinante como el momento de la vida que se experimenta. En 1955 Hal renunció a su forma de amar para evitar la exclusión social y se refugió en una relación sancionada socialmente, un matrimonio convencional que, a pesar de todo, no estuvo desprovisto de amor. En 2003, Oliver y Anna son más libres en cuanto a la manera de expresar sus emociones, pero tienen que inventarse constantemente la manera de conocerse y hacer avanzar su relación, porque las viejas convenciones se han derrumbado. En ese sentido la película refleja una angustia muy propia del siglo XXI, la que resulta de intentar reconciliar, en los aspectos más cotidianos, la libertad individual con la necesidad de forjar vínculos más o menos fuertes.
El hecho es que, además, la película es autobiográfica. El padre de Mike Mills salió del armario a los 75 años, cinco años después, falleció. “Sus ganas de dar un vuelco completo a su vida eran desorientadoras, dolorosas, divertidísimas y muy inspiradoras. A veces, el cambio, la honradez y la franqueza aparecen cuando menos se espera. Incluso antes de fallecer seguía lleno de energía, decidido a seguir. No estaba acabado.” Eso convierte la película, no sólo en una reflexión sobre el duelo, sino en un acto de duelo en sí misma. Pero Begginers trata muchos temas, y lo hace de manera ligera, quitándole gravedad a los momentos dolorosos, como para que la muerte se integre de manera natural en la vida. No es una película completamente lograda: el personaje de Anna parece una postal perfecta, sin ningún detalle que la humanice por encima de su belleza de portada y su simpatía algo superficial. Pero, en cambio, Christopher Plummer aporta una enorme cantidad de matices a su interpretación, y hace salir el humor con naturalidad en las escenas más duras, como alguien a quien la proximidad de la muerte no le quita las ganas de vivir.