T.O: Frozen River
Dir: Courtney Hunt
Int: Melissa Leo, Misty Upham
EEUU, 2008, 96'
Desde el principio, “Frozen River” nos deja claro que es una película quintaesencialmente indie, territorio Sundance: Comienza situando la acción en uno de esos páramos desolados de la otra América (la que no sale en las películas de Hollywood), en este caso, las tierras nevadas del norte del estado de Nueva York. Acompañados por la inevitable guitarra acústica en la banda sonora, nos adentramos en un mundo de casas prefabricadas, trabajos basura y violencia soterrada. Ray (Melissa Leo), la protagonista, es una mujer de mediana edad que debe sacar adelante a sus hijos tras la huida de un marido ludópata. Para ello sólo dispone de un trabajo de media jornada en un bazar; su sueño, una nueva casa prefabricada más grande, parece desvanecerse ante la situación. Aparece entonces el segundo personaje: Lila, una jóven india Mohawk que vive en una caravana tras las alambradas de una reserva india a pocos metros de la casa de Ray. Lila sobrevive introduciendo inmigrantes ilegales en Estados Unidos aprovechando para ello el cauce helado del río Saint Lawrence, que atraviesa la reserva Mohawk, un lugar al que la policía no puede acceder. Las dos mujeres se conocerán por casualidad, y, tras algunos encontronazos violentos al principio, comenzarán una colaboración que acabará convirtiéndose en amistad. Para Ray, el tráfico de seres humanos es una manera de conseguir el dinero necesario para su nueva casa.
Estamos una vez más en los reconocibles parámetros del indie: personajes olvidados socialmente, con especial atención a comunidades poco representadas en los medios de comunicación convencionales: aquí se nos ofrece un vistazo al interior de una reserva india que resulta muy poco complaciente. El cine independiente se destaca de la narración de Hollywood en cuanto a los temas que trata y los sujetos que pueblan sus películas, pero formalmente resulta correcto y muy poco audaz. En concreto, el guión de “Frozen River” parece seguir las normas de alguno de esos manuales de guión que proliferan desde hace un par de décadas: intenta buscar la identificación del espectador con sus personajes a través de la coartada de sus niños pequeños, estructura la peripecia de manera férrea, incluyendo una última parte de la película que transcurre contra-reloj, un desarrollo más propio de una cinta de suspense que de un drama social. Esta manera de estructurar el guión resta credibilidad dramática a la película, que se hubiera beneficiado de un desarrollo menos rígido más libre.
Pero “Frozen River” no es una película sobre personajes, sino sobre lugares. Durante toda la película vemos como los personajes se ven condicionados por el espacio en que viven: el frío transmite la desolación de unas vidas con no demasiados horizontes. El gran acierto de la película consiste en hacer físicas las barreras que distancian socialmente a los personajes: esa verja que encierra a los mohawk en su reserva, por ejemplo, o ese cauce helado que separa a quienes malviven en el sueño americano de quienes aspiran a hacerlo.