La política italiana suele ser bastante grotesca, y no tenemos que limitarnos a Berlusconi: ahí tenemos al extravagante Giulio Andreotti, el presidente de finales de los ochenta y principios de los noventa, amante de la sobreactuación (apodado "Il Divo"), que acabó enredado en los tribunales por su relación con la mafia.
Ahora, el no menos extraño Paolo Sorrentino le ha dedicado una película tan excesiva como el propio personaje, que ha desatado cierta polémica sobre los modos de representación de la política en el cine. El gran Toni Servillo encarna al Presidente, motivo suficiente para prestarle la debida atención.
En España se estrena en Enero.